Ya ha pasado un mes desde mi visita a las III Ludo Ergo Sum 2010, y he decidido sentarme a compartir mis experiencias y reflexiones detrás de la pantalla durante estas jornadas. ¿Por qué? Porque durante las LES 2020 arbitré mi primera partida durante unas jornadas. Como todos los que hemos pasado por este tipo de eventos, sabía que este tipo de partidas son diferentes para el jugador; pero, hasta que no he dirigido una, no he sido consciente de la preparación que hace falta para llevar una historia a buen puerto en este tipo de eventos. No sólo hay que realizar trabajo previo a la partida, sino que también hay cosas a tener en cuenta durante la misma. Tan sorprendente y enriquecedora resultó la experiencia que me he decido a contar tanto mi partida como mis conclusiones. Así que este artículo servirá para organizar mis pensamientos narraré las vivencias de la partida y, tal vez, incluso ayude a algún director de juego con poca experiencia.
Lo cierto es que antes de empezar no las tenía todas conmigo, pero no quería decirle que no a la gente de la organización que me animó a dirigir. Así que programé mi partida para el viernes por la tarde, un día tranquilo en el que pensé que me sería mucho más fácil concentrarme en la sesión de juego. Inicialmente tenía pensado arbitrar con 3 ó 4 PJ, pero finalmente la demanda hizo que se sentaran cinco jugadores en mi mesa. Lo malo fue que, a pesar de que llegue temprano a las jornadas, tuve que esperar cerca de una hora para poder empezar la partida y que está debía terminar antes de las diez de la noche, momento en el que se cerraba el pabellón. El retraso de la partida fue algo lógico, había que esperar a que la gente fuera llegando al evento y se enterará de las partidas que había disponibles.
Perro del hortelano y Plunder, dos de los "camisas naranjas" que tuvieron su parte de culpa en que acabara arbitrando
A toro pasado, me doy cuenta de que hubiera sido más inteligente haber situado la partida en la mañana del sábado o del domingo, ya que hubiera tenido más flexibilidad para alargar el final de la partida sin tener que cortar en exceso el argumento. Dado que mi estilo de narración es pausado, probablemente el no tener una hora tope escrita en piedra me hubiera ayudado de mejorar mi conducción de la historia. Normalmente, me preocupa más que los jugadores se impliquen e interpreten que mantener un ritmo trepidante, salvo que el argumento o la diversión de la mesa pidan un acelerón. Tras mi primera experiencia he aprendido que esa no es una buena actitud para dirigir en jornadas. El motivo es que hay poco tiempo, por lo que el argumento ha de ser simple y, para que esta simpleza no lo convierta en obvio, hay que mantener un ritmo trepidante.