viernes, 3 de mayo de 2019

Mi Gran Campaña de Pendragón (Año 486)

Mi grupo y yo seguimos contando el reinado del rey Uther Pendragón durante el tercer año de nuestra campaña de Pendragón, que parece ya bastante asentada. Los personajes ya empiezan a ser un grupo tanto por el lado de la camaradería como por las típicas tiranteces que ocurren en aquellos que son lo bastante arrogantes como para intentar escribir una página en la historia. En cuanto a los jugadores, no puedo quejarme; ya no sólo me ayudan a que la partida se desarrolle como la seda, sino que también me aportan sus relatos para continuar puntualmente con esta crónica. Espero que se pasen tan bien leyendo la de esta sesión como me lo he pasado yo dirigiéndola.


Una crónica de una partida jugada de Aquilifer



Here comes a new challenger!

Como director de juego, me gustan las partidas sin un exceso de jugadores. Durante las primeras sesiones estuve encantado de tener sólo tres, ya que daba la posibilidad de manejar la historia con más soltura, permitiendo aprender el sistema al mismo tiempo que se desarrollaba la historia y las peculiaridades de cada personaje. No obstante, había un problema: la nómina era demasiado corta como para poder jugar en caso que hubiera alguna ausencia. Parte de la gracia de Pendragón, su campaña y que un año equivale a una sesión es la facilidad para alterar al grupo. Si alguien no juega una sesión se supone que estaba en sus tierras haciendo algo. Incluso hay una variedad de aventuras en el libro básico para poder interpretar lo que hace ese personaje. Así pues, se me antojaba interesante ampliar el número de jugadores para poder probar. No tuve que esperar mucho, pronto surgió sir Hewgon de Broughton, un nuevo caballero de Salisbury dispuesto a defender a su conde Roderick y a servir al rey de Logres.

Hewgon de Broughton.
Un joven caballero pagano cuya mayor virtud es su versatilidad se ha unido al grupo de jugadores.

El señor de Broughton profesa la antigua religión pagana de Britania y su dominio está situado en el límite este del condado de Salisbury. Su moral es algo diferente que la del grupo, no sólo porque siga las virtudes paganas (que comparte con sir Bolvar, señor de WinterBourne Stoke), sino porque el rasgo más característico de Hewgon es la Venganza. Es el primer personaje que elige su rasgo de carácter famoso en una característica con connotaciones negativas para nuestra cultura. Esto, unido a su alta puntuación de Odio a los sajones, podría dibujar un personaje sanguinario, pero nada más lejos de la realidad. La característica más alta de este notable britano es el carisma y su familia siempre ha sido famosa por sus pies ligeros en la pista de baile. Su formación se complementa con una cierta cantidad necesaria de cortesía e intriga necesaria para defender sus intereses por más medios que los del frío acero. Así pues, lo que tenemos, más que un carnicero, es un astuto cortesano. Esto nos da un perfil totalmente nuevo para la partida.

Pendragón demostró las virtudes de su sistema en el momento de introducir el personaje en la campaña. Fue tan fácil como comentar que en la siguiente reunión en las tierras de su señor, el Conde de Salisbury, al joven caballero se le ordenó servir con el resto de personajes jugadores, cuyo creciente renombre justificaba que tuvieran su propio mando. El nuevo jugador se pudo hacer el personaje que quiso sin ninguna limitación extra, sin tener que ser primo o cuñado de nadie sin que eso impidiera una rápida integración; ventajas de tener un sistema muy específico y con una creación de personajes dirigidas. De todas maneras, es muy probable que el señor de Broughton acabe siendo el cuñado de alguien: sus hermanas fueron bendecidas con la virtud de ser grandes administradoras, la que las hace más interesantes en un juego dinástico que la más bella de las damas. Pero dejemos que sea el propio jugador el que nos relate, en primera persona, como fue la experiencia de sir Hewgon de Broughton.


Mi primera primavera

Cuando llegó la primavera, los caballeros de Salisbury fuimos haciendo acto de presencia en Sarum, en la corte de nuestro señor. Fue el mismo senescal del conde, sir Elad, el que se encargó de repartir a los caballeros en las unidades en las que se agruparían durante aquel año. A sir Morians de Choldenton, sir Bolvar de Winterbourne Stoke y a mí, sir Hewgon de Broughton, nos encuadró en el mismo grupo. Nuestra primera misión fue acompañar a nuestro señor, el conde Roderick de Salisbury. Así, junto con otros muchos de sus vasallos, le escoltamos hasta Windsor, donde se encontraba del rey de Logres. Fue mi primera visita a la corte real, ya que, aunque hubiese sido nombrado caballero el año anterior, había quedado en retaguardia como guarnición, en previsión de asaltos sajones. Una vez allí, fue una desagradable sorpresa el enterarnos de la derrota sufrida por los nuestros a manos de los sajones en las cercanías de la ciudad portuaria de Maldon, en el ducado de Caercolum, ocurrida mientras el rey Uther libraba la batalla de Mearcred Creek, que terminó sin victoria clara de ninguno de los bandos.

Afortunadamente, los britanos no pensaban quedarse de brazos cruzados. Ante nosotros se abrían varias opciones interesantes: no sólo podíamos integrarnos en el ejército que mantendría la paz bajo las órdenes del rey Uther Pendragón sino que también quedaba la posibilidad de formar parte de una cuadrilla de represalia que estaba formando sir Madoc ap Uther contra las hordas de esos bastardos sajones. Incluso teníamos invitaciones para combatir provenientes de fuera de nuestra Isla: Syagrius, el pretor romano de Soissons, solicitaba la ayuda del reino de Logres para librar a la Galia de las hordas invasoras de los francos. Muchas perspectivas interesantes de fortuna y honor para un joven caballero como yo. Finalmente se nos asignó una tarea algo más mundana: volver a Salisbury desde donde partiríamos para vigilar la frontera sur con los sajones en el bosque de Hampshire, no demasiado lejos de donde mis compañeros habían combatido el año anterior. Había que asegurarse de que los cerdos sajones no nos asaltasen por ahí.

Algo desencantados, pero obedientes, acometimos la tarea con prontitud bajo mando de Morians le verrat, deseosos de encontrarnos alguna patrulla sajona. Fueron días primaverales, días soleados y noches de historias junto a las hogueras, erramos caminantes solitarios en un bosque que tenía un toque místico. Durante aquellas jornadas fui conociendo a mis compañeros. Según parecía su anterior líder, sir Gilbert le petit lion señor de Idmiston, no había acudido este año a la reunión de Sarum. También me di cuenta de que entre mis dos compañeros había una relación de competición que no parecía del todo sana. Así pasamos dos días de vigilancia, al tercer día en un claro vimos las ruinas de los que debió ser un refugio de exploradores. Al acercarnos más. un viejo cabrero nos saludo y nos rogó que buscásemos a uno de sus animales, una gran cabra negra, que se había extraviado en el bosque. El señor de Cholderton, cómo no, le prometió nuestra ayuda hinchando pecho y clamando que era el deber de todo caballero el proteger a los débiles y todo eso.

Tras un rato de camino buscando al animal, encontramos en la lejanía a la cabra negra y cabalgamos tras ella cuando esta se escondió en la floresta. No tardamos demasiado en volverla a ver, al poco de internarnos en el bosque. Un ser parecido a un humano pero de casi cuatro metros (y que por si fuera poco llamativo ya, también tenía tres ojos) la sujetaba amenazante por la pata trasera. Presto el enemigo, nosotros nos dispusimos a cargar de inmediato. Morians se colocó en el centro, mientras queBolvar cubría el flanco derecho y yo me situaba a la izquierda, enarbolando la lanza de caballería bendecida que heredé de mi padre. El gigante también se preparó, pues arrancó un árbol de cuajo para usarlo como garrote. Cuando finalmente caímos sobre él, el monstruo golpeó el pecho de nuestro líder con tal fuerza que lo derribó del caballo, mientras nosotros le clavábamos nuestras lanzas. La bestia se giró aullando de dolor para vengarse de nosotros, ignorando al expuesto MoriansBolvar y yo aprovechamos entonces la superior velocidad de nuestros caballos para girarnos y volver a cargar, cada uno por un flanco. Tras una nueva ronda de ataques exitosos, el enemigo cayó cuan largo era al suelo, donde lo rematamos con presteza. [1]


Carga de caballería:
Es en los ataques con lanza sobre su corcel que los caballeros son más letales.


Conociendo a Merlin

Muerto el coloso, Bolvar y yo nos acercamos a Morians en un intento de comprobar ver si había sobrevivido para ayudarle. Mientras estábamos en ello, apareció el cabrero sonriente y, ante nuestros ojos, se disipó una ilusión como se deshace la niebla bajo el sol intento: donde antes había una persona llena de andrajos y años ahora aparcería el famoso druida Merlín, con mejores ropas y aun más años. El gran sabio, conocedor de las antiguas costumbres, nos dijo que todo había sido una mera ilusión para probar nuestro valor y con unos trucos mágicos la vida le volvió a nuestro compañero. [2]

Una vez pasada y aparentemente superada nuestra evaluación, Merlín nos pide nuestra ayuda. El gran sabio es parco en palabras, pero nos dice que de nuestra habilidad para protegerle depende la supervivencia de Britania y de toda su gente. Obviamente aceptamos y tal fue nuestro juramento, ya fuese por el respeto que todos le tenemos (incluso los cristianos admiten su valía) o tal vez por abandonar nuestra tediosa tarea de vigilancia. Pronto dejamos a nuestros escuderos y caballos atrás, internándonos en lo más profundo del bosque. A mis ojos, parecía como si los árboles parecían inclinarse ante nuestro insigne acompañante, dejándonos paso. Durante horas caminamos siguiendo el paso y obteniendo pocas respuestas a nuestras preguntas, pues nuestro guía se mostraba mordaz y parco en palabras en sus respuestas. El insistente e infructuoso de el señor de Stoke hizo que el mago le ortorgara el sobrenombre de El silencioso. [3] Finalmente llegamos hasta nuestro destino, un lago en la espesura que relucía en tonos plateados.


La hora de los héroes

Merlín llegó a la ribera del río, donde abordó una pequeña balsa que parecía encontrarse allí por algún motivo. Una vez en ella nos ordenó que le protegiéramos mientras dejaba que la balsa fuera a la deriva. Al poco tiempo, el sabio entró en trance y comenzó a salmodiar durante su trance en un leguaje que me resultó desconocido, posiblemente fuera el idioma secreto de los druidas. Casi instantáneamente, un extraño caballero montado apareció amenazante junto a nuestro grupo. Pronto vimos que aquel jinete no era normal, ya que tanto él como su montura eran de un extraño color verde y tenía cuatro brazos en lugar de dos. Sin mediar palabra, el desconocido trató de forzar nuestra posición para dirigirse hasta nuestro protegido. Sir Morians juró por su rey no se apartaría. Yo, inspirado por la épica situación, me recordé a viva voz que había jurado por mi honor proteger al druida. Sir Bolvar, por su parte, permaneció callado por una vez, honrando a su nuevo apodo, y se limitó a desenfundar su espada. [4]

La criatura, cuya especie (Nukalevee) conocí más tarde, desenfundó 4 armas (una con cada brazo) y se lanzó a la melé. Como un maestro de armas imposiblemente armado, la bestia intentó mantenernos a raya a los tres con sus cuatro miembros, mientras usaba su caballo para rebasarnos, pero sir Bolvar logró causarle una herida e impedirle el avance. Aprovechando el momento, sir Morians y yo le atacamos con fiereza, debilitando al mostruo lo suficiente como para que con un golpe maestro de su espada el señor de Winterbour Stoke le consiguiese decapitar de un tajo. Entonces, nuestro adversario se disolvió en una pasta verduzca como por arte de magia, dejando como única muestra de que él o su caballo hubieran existido un reguero húmedo de trozos de lianas y matojos. Ya recuperado el aliento tras un ímprobo combate, pudimos ver el final del encantamiento deMerlín y vimos como poco a poco una punta plateada rompía la limpia superficie del lago y poco a poco emergió una bella y exquisita espada, sujetada por una mujer aun mayor belleza. La mujer confió la espada al mago y volvió a desaparecer en el lago. [5]

Una vez asegurada la espada y con Merlín encabezándonos, salimos del bosque. Para entonces nos percatamos de que ya no parecía primavera, sino más que más bien era el final del otoño. Ya dicen los ancianos y los druidas de que el paso del tiempo no es el mismo cuando uno interactúa con las criaturas del bosque. Tardamos algunos días en volver a Sarum, tiempo en el que sir Bolvar, el Silencioso siguió tentando la paciencia de nuestro guía. Antes de llegar a las tierras de nuestro señor el ilustre druida siguió su propio camino. Ya en Sarum, nos enteramos que la ofensiva para recuperar el territorio perdido ante los sajones no había ido demasiado bien. Los sajones seguían ocupando poco a poco cada vez más terreno y demasiados buenos hombres habían muerto. No obstante, se dice que el príncipe Madoc no se rinde, ha matado muchos sajones a pesar de no haber logrado expulsar al invasor y planea acabar con aún más durante el próximo año. Espero que en esa próxima ocasión cuente conmigo para hacerlo.


El invierno del 486

Pronto se extendió la noticia de nuestra misión para Merlín tras nuestros relatos, lo que nos mereció una felicitación personal de nuestro señor sir Roderick. Durante nuestro tiempo en Sarum, pude coincidir con lady Indeg, una viuda que compensaba su avanzada edad con la actitud directa que dan los años y con la libertad para otorgar los encantos que aún conserva, sin necesidad de dar explicaciones a ningún hombre. Lamentablemente, el pretor Syagrius también se hallaba allí, pasando el invierno mientras el rey Uther valoraba si le apoyaba en su guerra o no. Resultó que el romano también decidió cortejar a la misma mujer que yo, pero confundiendo la libertad con el libertinaje. Tan bárbara e irrespetuosa conducta merecía un escarmiento, pero al ser un invitado del rey supe que sería incómodo para mi señor reprenderlo. Incapaz de dejar que aquel extranjero quedara impune tras insultar el honor de la dama, me vi obligado a retarlo y derrotarlo en un duelo. A primera sangre, eso sí, pues no hubiera sido correcto herirlo de gravedad. [6]

Lady Indeg.
La multitud de elementos en su escudo hablan de sus múltiples matrimonios.

El tiempo dio un respiro durante este año, mostrándose más suave que durante el año pasado. Gracias a las buenas temperaturas, todos pudimos recoger unas buenas cosechas, que nos permitieron no pasar necesidad durante el invierno. No han sido la única buenas noticas, Sir Bolvar me ha escrito diciéndome que su mujer acaba de dar a luz y tiene dos hijas gemelas y parece que también una sobrina bastarda. Vaya esto debe de ser contagioso ya que una amante en Sarum dice que la dejé preñada y he tenido una hija, y mi tío parece que ha tenido otra (todas mujeres así el reino no puede luchar maldita sea). Por otro lado, Morians me ha preguntado por si me he enterado de algún suceso extraño, porque su tía ha desaparecido y nadie sabe dónde está. Si me preguntan a mí, diría que ha debido de enamorarse de algún escudero y ha preferido desaparecer que incurrir en el desagrado de Morians. Siempre pasa igual con estos cristianos, se imponen reglas antinatura y, cuando obviamente alguno de ellos no puede cumplirlas, se enfadan y hablan de afrentas. Este año ya ha pasado, pronto veremos que nos depara el año que entra: ojalá podamos matar muchos sajones.




Notas:

[1] A nivel de tiradas, el combate fue muy fácil de resolver. Los jugadores decidieron atacar al gigante nada más verlo y, ya que estaban a una distancia prudencial del mismo optaron por cargar antes de que pudiera acercarse. Como siempre en Pendragón, no hizo faltar tirar iniciativa, ya que todos los enfrentamientos se resuelven como una única tirada de habilidad contra un dado de veinte enfrentada, con el vencedor hiriendo al vencido. Morians perdió su tirada y recibió un golpe severo en el pecho que le desmontó y le dejó inconsciente, pero sus compañeros lograron herir a la bestia con sus lanzas ya que el daño que causaron no fue impar. Ante el lento gigante ambos caballeros optaron por revolverse y volver a cargar, dejándolo inconsciente tras vencer en otra tirada enfrentada. Bolvar y Hewgon tuvieron además la suerte de que sus lanzas no se rompieran calculando el daño con la fuerza de sus caballos y no con la suya propia.

[2] Nota del Director de Juego: La gran campaña no es específica al respecto de cómo cura Merlín las heridas de los caballeros implicados en la refriega. Basándome en la sutileza de la magia en la ambientación y la escasez de pociones u otros métodos sobrenaturales de curación, opté por asumir que también el daño era ilusorio. Así, de la misma forma que los personajes creyeron ver un gigante de cuatro metros, Morians creyó que estaba herido. Ninguna de las dos percepciones era real. Por tanto, lo único que tuvo que hacer el mago fue desvelar la verdad. Quizás sea un detalle sin importancia, pero en mi opinión es bueno favorecer la inmersión y la coherencia del grupo con los hechos que acontecen en partida.

[3] Nota del Director de Juego: Antes de presentar a Merlín vi el principio de la legendaria película Excalibur. A juzgar por las risas de los jugadores no hablaban con él, la interpretación no me quedo mal del todo.

[4] Nota del master: El jugador de Morians uso su pasión de Amor por su señor y Hewgon su pasión de Honor para motivarse, probando así otra mecánica más del juego que aún no habíamos usado. Ambos obtuvieron un éxito, que les otorgó un bono de +10 en su protección de Merlín. El jugador de Bolvar prefirió no arriesgarse, ya que en caso de fallar hubiera recibido una penalización de -5.

[5] Nota del Director de Juego: El Nukalavee en realidad nunca estuvo montado en caballo alguno, sino que era una criatura centaura. Su mayor cantidad de brazos de la criatura servía mecánicamente para negar los modificadores que hubiera generado el enfrentarse al grupo más números de caballeros jugadores. La bestia se movió con defensa total (maniobra que da más habilidad a cambio de no infligir daño en caso de ganar la tirada) y si no hubiera sido herido hubiera aprovechado su montura para dejar atrás a los escoltas. Aquí Bolvar estuvo fantástico, evitando que el enemigo les sobrepasara con su primera herida y rematando a la bestia en el segundo asalto. Al final, el grupo dio cuenta de un enemigo más peligroso que el gigante sufriendo menos consecuencias. La motivación con las pasiones sin duda fue clave.

[6] Dado que Hewgon se acababa de incorporar a la campaña, le permití jugar una aventura individual durante la fase de invierno. Una vez cortejó con mucho ingenio y un buen uso a las habilidades sociales decidí adaptar una de las aventuras optativas delineadas en la Gran Campaña. La verdad es que creo que se resultó muy bien. Tras unas buenas tiradas de cortesía y intriga para leer la situación, la acción se redujo a un duelo con armas embotadas en el que el britano obtuvo una tirada mejor que su adversario romano. En general fue muy bien, el señor de Broughton tuvo su momento de protagonismo; al tiempo que el joven caballero hizo una admiradora y un enemigo.




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