domingo, 24 de noviembre de 2019

Dark Heresy: Planetas del Imperio II: Heinleingard

Clasificado como mundo civilizado, Heinleingard está considerado una de las joyas del sector. No sólo destaca por tener una sociedad próspera y un enorme poderío militar, clave para la defensa de toda la región, sino que también cuenta con una importante producción de tecnologías avanzadas, entre las que se incluyen vehículos antigravitatorios y sistemas electrónicos. Sin embargo, su rasgo más característico es que es uno de los comparativamente escasos mundos imperiales regidos por un sistema democrático. Aunque a menudo este tipo de gobiernos son vistos por el Adeptus Terra como caldo de cultivo para la disidencia, Heinleingard goza de una reputación intachable como bastión de la civilización imperial. Esto se debe a que la base misma de su sistema electivo está construida en torno al servicio al estado: únicamente aquellos que han cumplido un período de servicio (establecido en veinte años estándar) en las fuerzas armadas adquieren la ciudadanía completa, que otorga el derecho a participar en el sistema electoral. La ciudadanía es también es necesaria para ostentar cualquier cargo público, de forma que el planeta está enteramente gobernado por veteranos de guerra. Se considera que únicamente aquellos que han arriesgado su vida en defensa de Heinleingard y del Imperio están legitimados para regir el destino del planeta, y los ciudadanos se toman muy en serio sus responsabilidades.


Un nuevo planeta para juegos de rol basados en Warhmmer 40K, por Miguel de Rojas.

Como consecuencia de esto, la vida en Heinleingard tiene un marcado carácter marcial, desde la educación de los niños hasta el trabajo en las fábricas, pasando por las normas de cortesía. No obstante, las condiciones de vida en Heinleingard son notablemente buenas y todos sus habitantes, sean ciudadanos de pleno derecho o no, reciben un trato justo, especialmente en comparación con los abusos que sufren las masas en muchos mundos imperiales. Las penas para la mayoría de los delitos menores están diseñadas para provocar el escarnio del culpable tanto como para castigarlo físicamente, siendo comunes las picotas en las plazas públicas. Los crímenes más graves son tratados con la característica contundencia imperial. Si un defecto tienen los heinlinitas es la arrogancia y condescendencia con la que tratan al resto del mundo, ya que opinan (con razón, en muchos casos) que la suya es una sociedad superior. Son también extremadamente intolerantes con cualquier tipo de no humanos, incluyendo las razas mutantes más estables. Heinleingard se encuentra en una región estable del espacio en la que las mutaciones son relativamente raras (incluyendo los psíquicos, que se dan con una frecuencia menor a la habitual) y alejada de las fronteras del Imperio, por lo que hace milenios que no tiene prácticamente contacto con especies alienígenas. Ambas cosas son motivo de orgullo para los ciudadanos de Heinleingard.

Las ciudades del planeta son limpias y ordenadas, surcadas de rascacielos y líneas monorraíl. Sólo la abundante vegetación tropical añade un toque exótico a sus calles. El clima es cálido y húmedo en casi todo el planeta gracias a su escasa inclinación axial, la cercanía a su sol y los grandes océanos que constituyen el 80% de su superficie. Muchos visitantes se sorprenden de que un lugar tan agradable haya dado lugar a unas gentes tan estrictas y faltas de humor.


La Infantería Móvil de Heinleingard

Debido al prestigio y los beneficios que conlleva la pertenencia a las fuerzas armadas, los regimientos de Heinleingard gozan de un inmenso flujo de voluntarios. Gracias a ello, se pueden permitir unos estándares de reclutamiento muy altos. Menos de un tercio de los candidatos logran completar el entrenamiento básico y, de los que fallan, un porcentaje importante son bajas, bien en combates simulados o bien en extenuantes ejercicios físicos. Aquellos que superan las pruebas y pasan a formar parte de la Infantería Móvil aúnan un adiestramiento superior con una moral muy alta y el mejor equipamiento que Heinleingard puede producir, lo que incluye transportes de asalto Valkiria y paracaídas gravitatorios. Aunque existen otras configuraciones, el grueso de las fuerzas de Heinleingard lo constituyen los famosos regimientos de Infantería Móvil, que operan como infantería aerotransportada y tropas de desembarco. La base de su doctrina de combate son las inserciones desde gran altura y los redespliegues aéreos diseñados para causar el máximo impacto y destrucción entre el enemigo, seguidos de una retirada rápida. En manos de un comandante que sepa aprovechar su velocidad, la Infantería Móvil es una fuerza de combate soberbia. Sin embargo, cuando se ve obligada a combatir de forma más convencional su rendimiento se ve muy mermado.


Una herida aún abierta entre la Infantería Móvil es el desastroso asalto a Arachnia que acabó con la masacre de los regimientos 24º y 91º. Ambos eran parte del ejército imperial que debía detener a uno de los tentáculos de la Flota Enjambre Leviathan. Bajo el mando del General Verhoeven, encabezaron el asalto sobre el mundo desierto de Arachnia, donde se habían detectado los primeros síntomas de infestación tiránida. En lo que muchos heinlinitas consideran una exhibición de incompetencia militar, los dos regimientos de Infantería Móvil fueron desplegados como tropas convencionales para defender las cabezas de playa del ejército imperial. Obligados a mantener posiciones estáticas, las tropas heinlinitas se encontraron privadas de su característica definitoria, la movilidad. Aún peor, sin apoyo de artillería o tanques, que no forman parte del equipo estándar de la Infantería Móvil, los heinlinitas contaban con poco más que sus rifles láser para enfrentarse a las hordas tiránidas que pronto empezaron a arremolinarse en torno a las zonas de aterrizaje. Más adelante, durante la investigación del incidente, el general Verhoeven afirmó que los regimientos de Infantería Móvil de Heinleingard habían sido un añadido de última hora a la operación y que no había tenido ocasión de estudiar sus perfiles, y que en su lugar se había dejado guiar por su renombre cuando decidió que encabezarían el asalto.

La batalla pronto se convirtió en una carnicería en la que los heinlinitas se vieron desbordados por las oleadas de organismos tiránidos que atacaban desde aire y tierra. Reconociendo que su posición era insostenible, los oficiales heinlinitas organizaron en su lugar un contraataque a través de los túneles por los que las gigantescas criaturas denominadas Trygones guiaban a otros organismos bajo las defensas imperiales para emerger entre medias de los asediados. Los heinlinitas se dividieron en pequeñas escuadras con el objetivo de localizar y destruir a las criaturas sinápticas que lideraban al enjambre. Al final del día, habían acabado con casi un centenar y el enjambre se alejaba sin rumbo de las zonas de aterrizaje, pero apenas quedaban un puñado de guardias heinlinitas para recibir a las naves de desembarco.


Aventuras en Heinleingard

- El canciller de Heinleingard continúa presionando al senado del sector para que el general Verhoeven sea juzgado por su incompetencia en Arachnia. Las buenas conexiones del general, anteriormente condecorado por su papel en la expedición al sistema ED-209, y el hecho de que el asalto fue, en última instancia, un éxito (si bien a un coste tremendo en vidas) lo han impedido por ahora, pero es posible que el canciller encuentre un aliado inesperado en un inquisidor radical. Y, por supuesto, también es posible que alguien intente tomarse la justicia por su mano, con o sin la aprobación tácita de los Ordos.

- Por otro lado, el Ordo Xenos seguramente tendrá mucho interés en los supervivientes (que bien podrían ser los PJ, tanto si juegas a Dark Heresy como si lo haces a Only War) y en sus hallazgos. Y no sería la primera vez que la Inquisición arregla un incidente de este tipo para observar los resultados y obtener tropas especializadas para sus séquitos.

- Para algunos elementos del Imperio, la idea de democracia es anatema. Los conspiradores podrían querer poner a Heinleingard bajo el dominio de una de las grandes casas nobles del sector, o quizá un canciller busque la forma de perpetuarse en el poder. En un cambio de papeles respecto a lo habitual, los inquisidores Recongregacionistas estarían de parte del orden establecido, mientras una facción puritana extremista podría querer poner fin a las peligrosas ideas democráticas, que corren el riesgo de extenderse a otros mundos que tengan contacto con Heinleingard.


Detrás del escenario

Me gustaría añadir unas cuantas notas sobre el diseño de este escenario que creo que pueden resultar útiles a la hora de crear tus propios planetas. El primer concepto de Heinleingard surgió de una sola idea: quería un mundo con un aire más positivo de lo habitual en Warhammer 40.000. La ambientación están plagada de lugares oscuros y opresivos y se echa en falta un poco de contraste. El asunto de la democracia es un buen ejemplo: en el trasfondo se nos dice que hay toda clase de gobiernos planetarios, incluyendo los democráticos, pero generalmente sólo vemos los mismos regímenes feudales una y otra vez. Pensando cómo podía encajar una democracia con los ideales del Imperio, enseguida me vino a la menteStarship Troopers. E igual de rápido comprobé que no tenía que tocar nada para adaptar el concepto de sociedad que presenta la novela al universo de Warhammer 40.000: funcionaba perfectamente tal cual. Incluso la estética de la adaptación al cine era clavada a la de la Guardia Imperial. Por otro lado, las diferencias abismales entre la Infantería Móvil que pinta la novela y la que refleja la película me dieron el argumento para el incidente de Arachnia. Está claro que a veces basta con pensar en una única idea y tirar del hilo.

Las lecciones que personalmente extraigo son las siguientes: busca algo diferente en el propio trasfondo, no temas recurrir a los clásicos, y, sobre todo, explota tus líneas de razonamiento hasta el final. Por algo también se llama a la ciencia ficción "ficción especulativa". Y como escribiendo esto descubro que el término se le atribuye, precisamente, a Robert A. Heinlein, no se me ocurre mejor final. Hasta la próxima entrega.


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