martes, 11 de junio de 2019

Creando Mundos (II): Clima

Seguimos este mes con la segunda entrega de la serie de artículos sobre creación de mundos que iniciamos ya en un artículo anterior. En este artículo trataremos los aspecto climatológicos de nuestro mundo, que nos servirán para determinar qué tipo de climas podemos encontrar en cada zona del mundo. Para poder determinar esto de una forma relativamente realista, primero diseñaremos las corrientes marinas y los vientos principales que recorren el mundo, para así hacernos una idea de las temperaturas medias y niveles de humedad que podremos encontrar. En base a esta información, y evidentemente con un poco de manga ancha para la imaginación, distribuiremos los tipos de climas sobre la faz de nuestro planeta imaginario. Finalmente, una vez hayamos distribuido nuestras zonas climáticas, daremos un último repaso al mundo tal y como lo hemos diseñado, añadiendo aspectos que lo hagan único, y elegiremos una zona en la que centrarnos para el resto del proceso.





Vientos y corrientes

Hay dos formas básicas que tenemos que tener en cuenta en que la energía térmica y la humedad se distribuyen a lo largo y ancho de un planeta. Por una parte está la circulación atmosférica, es decir el movimiento a gran escala del aire que forma la atmósfera. Por otra parte está la circulación oceánica, es decir el movimiento superficial de las aguas de los océanos y de los mares más extensos. La circulación atmosférica tiene un efecto importante en la distribución del calor, y es la forma principal en que la humedad de los océanos se desplaza a los continentes, trayendo con ella la lluvia. Así mismo, la circulación atmosférica es la causa principal de los grandes vientos que recorren el planeta a gran escala. La circulación oceánica, por otra parte, tan solo afecta a la distribución del calor, y habitualmente de una forma más localizada, ya que se ve afectada por la presencia de las grandes masas de tierra. Sus efectos, sin embargo, pueden ser muy notables a la hora de determinar la temperatura en las zonas costeras, como puede verse por ejemplo en el profundo efecto que tiene la Corriente del Labrador sobre la costa nororiental de Norteamérica.


Circulación atmosférica

Lo primero que deberemos tener en cuenta, por tanto, es la distribución de los vientos. Para ello, deberemos comprender la distribución de la circulación atmosférica en nuestro propio planeta que, por desgracia, es el único ejemplo del que disponemos, e intentar extrapolarla al mundo imaginario que estamos construyendo.


La circulación de aire de nuestra atmósfera se divide, a grandes rasgos, en tres células, que son las Células de Hadley (a ambos lados del ecuador), las Células Polares (junto a cada polo), y las Células de Ferrel, situadas entre las anteriores. Explicadas en términos muy generales, el aire en el ecuador se calienta debido a la mayor temperatura a esas latitudes, lo que hace que suba por convección hacia las capas superiores de la atmósfera. Allí se desplaza hacia los polos, enfriándose en el proceso hasta que está tan frío que vuelve a descender hasta la superficie, aproximadamente a la latitud de 30º norte y 30º sur. Una vez en la superficie, vuelve a desplazarse hacia el ecuador avanzando a la vez en dirección oeste, calentándose durante el trayecto y volviendo a subir al llegar allí, y generando los llamados vientos alisios en el proceso. Estas dos corrientes constantes son las llamadas Células de Hadley, situadas una a cada lado del ecuador. Parte del aire frío que desciende a la altura de los 30º de latitud se desplaza también hacia los polos, esta vez avanzando hacia el este, hasta que está suficientemente caliente alrededor de los 60º de latitud. En ese momento el aire caliente asciende a las capas altas de la atmósfera, volviendo hacia el ecuador hasta que se enfría y vuelve a bajar a la superficie, formando las dos Células de Ferrel. Finalmente, las Células Polares operan de forma similar, desplazando a nivel de superficie aire frío desde los polos hacia el ecuador y hacia el oeste.

Estos movimientos de aire a gran escala son importantes porque nos marcan la dirección general norte-sur de los vientos en la superficie, así como nos indican si estos vientos son fríos o cálidos. La dirección este-oeste de los vientos es debida a la rotación terrestre y el efecto Coriolis. Estos grandes vientos planetarios, al transportar la humedad y la temperatura, afectan enormemente al clima. Además, el ascenso de aire caliente en la zona del ecuador suele ir acompañado de la formación de frecuentes tormentas convectivas, creando lo que se conoce como la zona de convergencia intertropical, un cinturón tormentoso de bajas presiones a lo largo del ecuador con abundantes precipitaciones la mayor parte del año. Además, el aire descendente en las latitudes de 30º es aire frío que se calienta al descender debido a la compresión, dando como resultado grandes zonas de altas presiones de aire seco en estas latitudes. Es decir una franja relativamente libre de tormentas y tremendamente seca, que es responsable de que la mayor parte de desiertos se encuentren cerca de los trópicos, como es el caso del Sáhara o del desierto australiano.

El efecto general de estas células, como se ha explicado ya, es que los vientos predominantes en las latitudes medias (entre los 35º y 65º de latitud) son los vientos del oeste que, como su nombre indica, soplan desde el oeste hacia el este, y se dirigen desde los trópicos hacia los polos. En las latitudes cercanas al ecuador, en cambio, los vientos predominantes son los alisios, vientos del este que soplan desde los polos hacia el ecuador. Finalmente, en las zonas polares los vientos predominantes son los vientos circumpolares, vientos fríos y secos del este que soplan desde los polos pero que son relativamente más flojos e irregulares que los otros dos tipos de viento. Tanto los alisios como los vientos del oeste y los circumpolares son más fuertes en invierno y más débiles en verano, siendo a veces suplantados durante esta estación. En la costa los sustituyen por los vientos marinos que soplan desde el mar hacia tierra durante el día, y en dirección contraria durante la noche. En las zonas de interior los sustituyen los vientos de montaña que soplan cálidos del valle a la montaña durante el día, y fríos en dirección contraria durante la noche.



(click en la imagen para ampliar)


Corrientes oceánicas

Una vez considerados los vientos predominantes, debemos hacernos una idea de las corrientes oceánicas generales que mueven las grandes masas de agua en nuestro mundo. Estas corrientes son muy importantes para determinar el clima de las distintas regiones de nuestro mundo, un ejemplo de lo cual puede verse en el mundo real con la Corriente del Golfo, principal responsable de que la región nororiental de Europa tenga un clima mucho más cálido que ninguna otra región del planeta situada en la misma latitud. También serán importantes más adelante, cuando determinemos las rutas comerciales principales, ya que las rutas marítimas de larga distancia suelen aprovechar estas corrientes tanto como sea posible.

Los principales elementos que influyen en estas corrientes son el efecto Coriolis, los vientos principales y la forma de la costa. A grandes rasgos, las corrientes oceánicas siguen en un principio la dirección de los vientos principales, que hemos determinado en el paso anterior. Sin embargo, la presencia de los continentes rompe, evidentemente, estas corrientes de una forma que no ocurre con la circulación atmosférica. Al encontrarse con grandes masas de tierra, las corrientes se desvían formando giros que, debido al efecto Coriolis, desvía la corriente en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio norte, y en sentido inverso en el hemisferio sur.

Para definir las corrientes oceánicas de nuestro nuevo mundo el mejor sistema es considerar la circulación ideal que tendría lugar en caso de no haber continentes, y luego distorsionarla teniendo en cuenta la forma en que las masas de tierra bloquean su circulación. En un mundo completamente marino existiría una amplia y potente corriente ecuatorial que rodearía completamente el globo, fluyendo de este a oeste, y dividida en el centro por una estrecha franja de contracorriente que fluiría en dirección contraria. Una corriente circumpolar igualmente fuerte fluiría en dirección contraria, de oeste a este, en cada uno de los círculos polares, creando remolinos entre ambas corrientes que cubrirían las regiones tropicales, en el sentido de las agujas del reloj o el contrario según el hemisferio, como ya se ha indicado. Estas dos corrientes circumpolares rodearían cada una una pequeña contracorriente subpolar, que giraría en un pequeño círculo alrededor de cada polo, de este a oeste.



Sobre este patrón base, tan solo necesitamos situar nuestros continentes, y hacer que las corrientes “rompan” a su alrededor, tendiendo a girar en el sentido correspondiente a cada hemisferio. Al romper las corrientes contra los continentes, el resultado será más realista si se intentan formar “bucles” de giro que no salgan de sus zonas generales, en cuyos márgenes se encontrarán con las corrientes inversas que las absorban. Para esto, observar un mapa de corrientes oceánicas de nuestro propio planeta es una fuente de inspiración imprescindible, que nos dará una idea del “aspecto” general que deben tener las corrientes para parecer mínimamente realistas.

Una vez tengamos trazadas las corrientes oceánicas generales, lo único que resta por hacer es asignar cuales son corrientes cálidas y cuales son corrientes frías. Este proceso es extremadamente simple, ya que cualquier corriente que fluya en dirección a los polos será una corriente cálida, al traer aguas de latitudes de mayor temperatura hacia zonas más frías. Inversamente, cualquier corriente que fluya en dirección al ecuador serán forzosamente una corriente fría, mientras que el resto de corrientes no arrastrarán consigo un diferencial de temperatura.



(click en la imagen para ampliar)


Temperatura y humedad

Para poder determinar el tipo de clima de las distintas regiones de nuestro mundo, debemos tener en cuenta tanto la distribución de la temperatura, como la de la humedad. Es esta combinación la que será el principal determinante del tipo de clima de cada región. Para poder cuantificar estos conceptos, lo más práctico es utilizar una escala arbitraria de clasificación de temperatura. Tanto para la temperatura como para la humedad, como para la clasificación de clima, utilizaremos una aproximación al esquema Köppen-Geiger utilizado en el mundo real, ya que nos permite utilizar toda la información existente sobre el clima de nuestro propio mundo como ejemplo y fuente de inspiración.

Empezaremos considerando la temperatura de las distintas regiones de nuestro mundo. Para ello utilizaremos seis grupos generales de temperatura, que serán Tropical (A), Seco Cálido (Bh), Seco Frío (Bk), Templado (C), Continental (D) y Frío (E), cada uno de ellos representado por una letra de la A a la E. La forma más sencilla para asignar estas regiones es distribuirlas según la latitud, y posteriormente modificar sus contornos teniendo en cuenta las corrientes marinas frías y calientes que pueden modificar la temperatura de cada región. Como ejemplo de este efecto de las corrientes marinas en nuestro propio planeta Tierra, podemos observar que la región nororiental de Europa (Francia, Reino Unido, etc) pertenece al grupo Templado en lugar del Continental por efecto de la corriente cálida del Golfo (en su extensión del Atlántico Norte), mientras que la región noroccidental de Norteamérica (la zona de Nueva York y Boston, entre otras) pertenece al grupo Continental debido a la corriente fría del Labrador proveniente de Groenlandia.

Distribuir estas bandas de temperatura puede parecer una labor difícil cuando nos enfrentamos al mapa en blanco de nuestro mundo, así que lo mejor que podemos hacer es partir de una distribución inicial en bandas, basada como decíamos en la latitud. A partir de esta distribución inicial, podemos alterar las bandas para reflejar los efectos que tengan sobre ellas las corrientes marinas, tal y como ya se ha dicho. En la siguiente tabla mostraremos la distribución “normal” de estas bandas en nuestro propio planeta, dependiendo de la latitud. Estas latitudes son grados desde el ecuador, tanto hacia el norte como hacia el sur, y por tanto 0º indican el ecuador, y 90º indican el polo (sea el Polo Norte o el Polo Sur).

ClasificaciónTipoDesdeHasta
ATropical20º
BSeco15º35º
CTemplado20º55º
DContinental40º70º
EFrío70º90º



(click en la imagen para ampliar)

En lo tocante a la humedad, no solo hay que tener en cuenta el volumen de las precipitaciones, sino también la distribución de las mismas. Es importante distinguir las regiones con un invierno seco de las que tienen un verano seco, y de las que experimentan precipitaciones a lo largo de todo el año. Por tanto, dividiremos en mapa en seis zonas: las que tienen lluvias todo el año (f); las que tienen lluvias monzónicas (m), que son las que tienen precipitaciones todo el año excepto unos pocos meses pero con una temporada de enormes lluvias, las que tienen lluvias principalmente en verano, con un invierno seco (w); las que tienen lluvias principalmente en invierno, con un verano seco (s); las semiáridas (S), que prácticamente no tienen lluvias; y las áridas (W), que no tienen precipitaciones en absoluto.


(click en la imagen para ampliar)

Es muy difícil dar unas pautas para la distribución de estas zonas, siendo lo mejor estudiar los mapas de distribución en nuestro propio planeta Tierra para usarlos como guía. Sin embargo hay varios aspectos que pueden ayudarnos en la tarea. La distribución de las montañas respecto a las corrientes atmosféricas nos puede dar pistas sobre las zonas que presenten mayor o menor pluviosidad. Cuando el aire húmedo que viene de los océanos se encuentra con grandes cadenas montañosas, tiene a elevarse y enfriarse, lo cual provoca precipitaciones. Como consecuencia, las zonas a continuación de dichas montañas verán pocas precipitaciones, al haber descargado ya los vientos su humedad en las montañas.

Así mismo, la latitud tiene también un efecto notable en las precipitaciones debido a la distribución de las células de circulación de aire. Así pues, las zonas situadas cerca del ecuador suelen presentar elevadas precipitaciones, debido al efecto de la zona de convergencia intertropical de la que ya hemos hablado. Finalmente, las zonas de convergencia de las células de Hadley y Ferrel, situadas aproximadamente a 30º de latitud norte y sur, son como ya hemos visto zonas de aire seco, que propician la presencia de zonas áridas y semiáridas sin apenas precipitaciones.


Zonas climáticas

Una vez hemos distribuido las franjas de temperatura y clasificado las regiones por el tipo de precipitaciones, determinar las zonas climáticas es relativamente sencillo. Lo único que tenemos que hacer es comparar ambos mapas, y superponer los dos tipos de regiones que hemos definido, combinándolas para obtener las zonas climáticas de nuestro planeta. Esto nos dará unas regiones clasificadas por su temperatura y tipo de precipitación, que únicamente tendremos que buscar en la lista siguiente para obtener el tipo de clima.

Este es un buen momento para examinar los resultados de nuestro trabajo, ya que pueden surgir climas que deseemos alterar. Por una parte, es posible que obtengamos algún clima imposible, como por ejemplo una zona Templada Árida (CW) o una zona Seca Cálida Monzónica (Bmh). En estos casos, bastará con cambiar el tipo de clima usando el sentido común y, en caso de duda, comparando la región con una zona similar de nuestro propio planeta Tierra. También es posible que nos encontremos con climas no deseados, como una zona de desierto emplazada en una región donde pensábamos ubicar un vasto imperio agricultural. En este caso podemos optar por alterar el contorno de la costa para modificar las corrientes marinas, situar montañas que justifiquen un clima distinto, simplemente ignorar el resultado que hemos obtenido y cambiar el tipo de clima, o incluso aceptar esta circunstancia como un reto para nuestra creatividad y trabajar con ello.

Es importante recordar que, aunque el objetivo de este proceso es crear un mundo si no realista, si al menos aparentemente coherente, hay muchos factores que afecta a la climatología, y no todos ellos son fáciles de tener en cuenta con el nivel de detalle con el que estamos trabajando. Esto nos permite una cierta libertad creativa a la hora de trazar los contornos de nuestras zonas climáticas, sin violar por ello la credibilidad del mundo que estamos construyendo. También es importante recordar que el objetivo final de nuestro esfuerzo es crear un mundo en el que desarrollar partidas, por lo que las necesidades narrativas de nuestra ambientación deben tomar siempre precedencia ante los resultados que hemos obtenido.



(click en la imagen para ampliar)


A continuación, listaremos brevemente los distintos tipo de zonas climáticas, junto cun una escueta descripción y algunos ejemplos extraidos del mundo real, para ayudar a visualizar el tipo de clima. Empezaremos con una tabla que resume los tipos más comunes de zonas climáticas, y pasaremos a continuación a explicarlas individualmente en más detalle.
CódigoTipoTemp.PrecipitacionesFloraEjemplo
Tropical
AfEcuatorial27+Fuertes todo el añoSelva muy densaAmazonas
AmMonzónico20 – 27Estación húmeda largaSelva densaIndia
AwSabana24 – 28Estación húmeda cortaMalezaÁfrica oriental
Seco
BwhDesierto13 – 35NulasCáctus y arbustosSáhara
BwkDesierto frío-6 – 28NulasEscasaGobi
BsEstepa2 – 25MínimasPraderasAsia central
Subtropical
CfaSubtropical10 – 26ConstantesBosques caducifoliosSur de Estados Unidos
CsMediterráneo11 – 25Invierno húmedoBosques o arbustosSur de Europa
CfbOceánico6 – 18Verano húmedoBosques caducifoliosNoroeste de Europa
Continental
Da/DbHúmedo-4 – 24ConstantesBosques y praderasNorte de Estados Unidos
Dc/DdTaiga-20 – 18EscasasBosques de coníferasSiberia
Ártico
ETTundra-28 – 12MínimasHierbasCírculo Polar
EFPolar-80 – 15NulasNingunaAntártida


Climas Tropicales (A)
  • Af – Ecuatorial: Se trata de zonas de lluvias constantes y grandes selvas tropicales, como la cuenca del Amazonas, el África ecuatorial o el sudeste asiático. Se da principalmente en zonas continentales en la franja del ecuador, exceptuando la zona monzónica.
  • Am – Monzónico: Zonas de grandes lluvias azotadas por climas monzónicos con meses de lluvias torrenciales, como algunas partes de Brasil y México, Miami o Río de Janeiro. Se da principalmente en zonas costeras que dan a un océano ecuatorial.
  • Aw – Sabana: Estas zonas reciben grandes lluvias en verano, pero también sufren períodos secos en invierno, como la sabana del África subsahariana, la parte norte de Australia o la India. Se dan en bandas este-oeste más allá de las zonas Af y Am. En las partes orientales de los continentes estas bandas suelen ser más anchas.
  • As – Tropical con verano seco: En estas regiones el período seco se da en verano, y se trata de un tipo de clima muy inusual como el que se encuentra en la costa norte de La Española.
Climas Secos (B)
  • BS – Semiárido
    • BSh – Semiárido cálido: Zonas con escasas precipitaciones y poca vegetación, típico de estepas y zonas colindantes a los desiertos, como Alicante, Damasco o Marrakech.
    • BSk – Semiárido frío: Similar al anterior, pero con temperaturas bastante más bajas, como Zaragoza, Ciudad Juárez o El Paso.
  • BW – Árido
    • BWh – Árido cálido: Son regiones de altas temperaturas y prácticamente sin precipitaciones o vegetación, típicas de los desiertos, como es el caso de Almería, buena parte del Sáhara, Santa Cruz de Tenerife o La Meca. Se dan en la mayor parte de la franja de los 15º a los 30º de latitud. Las tormentas viajan hacia el oeste en estas latitudes, descargando lluvias al pasar del mar al interior, lo cual causa que las regiones orientales de los continentes no sean desiertos en estas latitudes, como se puede ver por ejemplo en el sudeste asiático, Mozambique o la costa oriental de Australia.
    • BWk – Árido frío: Similar al anterior, pero con temperaturas bastante más bajas, como San Pedro de Atacama o Teherán. Se dan en zonas templadas con montañas al sur o al oeste que impiden la llegada de precipitaciones.
Climas Templados (C)

En estos climas la clasificación de las temperaturas se subdivide en tres subtipos, que son el subtropical (a), el templado (b) y el subpolar (c).

  • Cf – Precipitaciones constantes
    • Cfa – Subtropical húmedo: Este tipo de clima de precipitaciones constantes y veranos calurosos es frecuente en las regiones orientales de los continentes, o en los grandes valles que, por estar alejados del mar, tienen veranos más cálidos. Algunos ejemplos son Nueva Orleans, Washington DC, el valle del Danubio, Sídney, Bucarest o Huesca. Este clima es especialmente común en el lado oriental de los continentes en las latitudes entre 30º y 45º.
    • Cfb – Oceánico: Las precipitaciones son igualmente constantes todo el año, pero los veranos son suaves y moderados, siendo más frecuente en las regiones occidentales de los continentes y en islas de gran tamaño. Algunos ejemplos son Tasmania, Nueva Zelanda, buena parte de España o Francia.
    • Cfc – Oceánico frío: Con precipitaciones constantes y temperaturas frías con poca oscilación a lo largo del año, este clima suele colindar con las regiones polares o las zonas de gran altitud, habitualmente en zonas cercanas al mar, como las tierras altas de Escocia, parte de la costa atlántica de Noruega o las islas Feroe.
  • Cw – Invierno seco
    • Cwa – Subtropical con estación seca: Similar al Cfa en regiones más alejadas del mar, las precipitaciones se centran en los cálidos meses de verano, con inviernos moderados y secos, como en las regiones del interior de China, Argentina y Sudáfrica.
    • Cwb – Templado con estación seca: Similar al anterior, pero más moderado, es una variante del Cwa habitual de zonas templadas o tropicales pero de gran altitud, como Adís Abeba, Ciudad de México, partes de los Andes o Teruel.
    • Cwc – Subpolar oceánico con estación seca: Es un clima extremadamente inusual que suele ser una variante más fría del Cwa o el Cwb en zonas de aún más altitud, como Potosí.
  • Cs – Verano seco
    • Csa – Mediterráneo: Goza de lluvias estacionales y temperaturas cálidas en verano, estación que suele ser la más seca, y se da principalmente en la cuenca del Mediterráneo (Barcelona, Sevilla, Nápoles, Marbella, Valencia, etc.), California y partes de Asia Central. Este tipo de clima y el siguiente (Csb) son comunes en los lados occidentales de los continentes entre las latitudes de 30º y 45º, y son especialmente importantes para el desarrollo de la agricultura.
    • Csb – Oceánico mediterráneo: Similar al anterior pero con un verano más suave, suele ser un clima de transición entre el mediterráneo (Csa) y el oceánico (Cfb), del que se diferencia por tener estación seca en los meses más cálidos. Algunos ejemplos son el valle central de Chile, la costa oeste de Estados Unidos y suroeste de Canadá, o el suroeste de Argentina.
    • Csc – Subpolar oceánico con verano seco: Otro clima muy poco común, resultante de la altitud, similar a los anteriores pero mucho más frío, que se puede encontrar por ejemplo en Pradollano.

Climas Continentales (D)

Al igual que ocurre con los Climas Templados (C), la clasificación de las temperaturas de estos climas se subdivide en varios subtipos, en este caso cuatro, identificados con las letras abc y d, siendo los a los más cálidos y los d los más fríos. Los climas más cálidos de este tipo (a y b) son más comunes en las tierras bajas de las regiones orientales de los grandes continentes.

  • Df - Precipitaciones constantes
    • Dfa – Continental sin estación seca (verano cálido, invierno frío): Es una variante del Cfa con el invierno más frío que se da en las regiones orientales de las grandes masas continentales, como el sur de Rusia, Ucrania o el noreste de Estados Unidos.
    • Dfb - Hemiboreal sin estación seca (verano suave, invierno frío): Es una variante del Cfb con el invierno más frío que se da en las regiones occidentales de las grandes masas continentales, como Moscú, Montreal o Estocolmo.
    • Dfc - Subpolar sin estación seca (verano suave y corto, invierno frío): Es un clima muy frío típico de Alaska, Siberia, el norte de Escandinavia o zonas de mucha altura como partes del Himalaya.
    • Dfd - Subpolar sin estación seca (verano suave y corto, invierno muy frío): Zonas de frío extremo como las que se encuentran al norte de Alaska o Siberia.
  • Dw - Invierno seco: Todos estos climas son variantes de los Cw que se encuentran al acercarnos a los polos, que en nuestro mundo se da principalmente en Manchuria, Mongolia, Rusia o las partes más al norte del Medio Oeste americano.
    • Dwa - Continental con invierno seco: Un clima de verano cálido e invierno frío.
    • Dwb - Hemiboreal con invierno seco: Un clima de verano suave e invierno frío.
    • Dwc - Subpolar con invierno seco: Un clima de verano suave y corto, e invierno frío.
    • Dwd - Subpolar con invierno seco: Un clima de verano suave y corto, e invierno muy frío.
  • Ds - Verano seco: Estos tipos de clima suelen ser variaciones del Csa en zonas limítrofes a este, pero de mayor altitud, como algunas mesetas del Cáucaso, Sierra Nevada, Irán o Turquía. Son tipos de clima muy poco comunes.
    • Dsa - Continental mediterráneo: Un clima de verano cálido e invierno frío.
    • Dsb - Hemiboreal mediterráneo: Un clima de verano suave e invierno frío.
    • Dsc - Subpolar con verano seco: Un clima de verano suave y corto, e invierno frío.
    • Dsd - Subpolar con verano seco: Un clima de verano suave y corto, e invierno muy frío.
Climas Fríos (E)
  • ET – Tundra: Un clima extremadamente frío donde la única vegetación son hierbas, y tan solo en los meses más cálidos, durante los cuales se logran superar los 0ºC. Se da en las costas del Océano Ártico y la Península Antártica, así como en algunas islas subpolares muy cercanas a los polos.
  • EF – Polar: Un clima sin vegetación alguna caracterizado por la presencia constante de masas de hielo, que se da por ejemplo en el interior de Groenlandia y en casi toda la Antártida.

Variaciones planetarias

La mayor parte de lo que hemos discutido hasta ahora asume que nuestro planeta tendrá unas condiciones similares a las del planeta Tierra. Si esto no es así, deberemos ejercer un poco de sentido común creativo, ya que carecemos de otros referentes que poder usar a parte de nuestro propio planeta. Sin embargo, hay algunas pautas que podemos tener en cuenta.

Si nuestro planeta tiene unas masas de tierra mucho menores que la Tierra, el clima debería ser mucho más húmedo, ya que es más difícil que existan regiones lo bastante aisladas del mar como para que solo las alcancen vientos que ya hayan descargado sus lluvias. Para que puedan existir desiertos, será necesario que haya una masa de tierra lo bastante grande en la latitud adecuada, y con una distribución de montañas que permita que los vientos que alcancen el desierto ya hayan descargado sus precipitaciones.

Por otro lado, si nuestro planeta apenas tiene océanos, las precipitaciones serán escasas en todo el globo. Lo mejor en estos casos es observar las principales masas de agua, y seguir los vientos dominantes en esas zonas para ver qué regiones tendrán lluvias. El resto debería tener climas secos.

Si nuestro planeta es más cálido o más frío que la Tierra, deberemos ajustar las zonas climáticas de acorde a ello. Es difícil predecir exactamente los efectos que esto tendría, pero una primera aproximación puede ser tratar las latitudes como si estuvieran más cerca del ecuador (en el caso de planetas cálidos) o más lejos (en el de planetas fríos) de lo que realmente están. Sin embargo, los efectos en la distribución de las zonas climáticas pueden ser más grandes, especialmente en lo que se refiere a si se encuentran en las regiones orientales u occidentales de los continentes, ya que estos “desplazamientos” de las bandas de temperatura causarán que se encuentren en latitudes donde los vientos principales pueden no soplar en la misma dirección que en sus latitudes originales. Es por ello que, en estos casos, deberemos examinar en detalle las notas que hemos proporcionado hasta ahora sobre la distribución de climas en las regiones orientales y occidentales de las masas de tierra, y alterarlas en caso de que los vientos predominantes en esas latitudes sean diferentes a los que se encuentran en las latitudes originales de estas zonas climáticas.


Cauces de agua

Una vez tenemos una idea de los tipos de clima imperantes en el mundo, deberemos trazar los cauces de agua principales. La regla principal a tener en cuenta es que los ríos fluyen desde las montañas hacia abajo, hasta alcanzar la costa. Esto parece muy obvio, pero aún así circulan infinidad de mapas inventados donde los cauces de los ríos no tienen ningún sentido. Algunos errores comunes que hay que procurar evitar son que los ríos no cruzan montañas, que para que existan dos cuencas distintas estas deben estar separadas por una zona de mayor altitud, y que si existe una península es porque es una elevación que sobresale del mar y, por tanto, un río no puede discurrir por su centro, ya que será la parte más elevada.


En el mundo real pocas veces los ríos están separados por más de 10 kilómetros, lo cual significa que la densidad de cauces de agua es muy superior a la que probablemente dibujaríamos nosotros. Esto no es problema, ya que lo mejor es asumir que tan solo dibujaremos los cauces de agua principales. Simplemente debemos recordar que existen más ríos de los que hemos dibujado, solo que menores.

Hay algunos factores que debemos tener en cuenta a la hora de trazar nuestros ríos. Para empezar, la mayoría de ríos, especialmente los más cortos, corren perpendiculares a las cadenas montañosas y alimentan a los ríos mayores, los cuales siguen el cauce de los valles. Además, para que un río sea realmente caudaloso, debe tener una cuenca grande, que lo alimente de agua de una región amplia. Por otra parte, para que dos cuencas se mantengan separadas, debe existir una zona elevada entre ambas; si no es así, las dos tenderán a confluir en un único río, aunque sea a poca distancia de la costa. Finalmente, las zonas con mayor inclinación provocan cauces más rectos, mientras que para que un río avance perezosamente en meandros, debe encontrarse en una región plana con poca inclinación; la altura a la que se encuentre realmente no es importante, lo que cuenta es la diferencia de altitud entre un punto y otro.

Este es también el momento de situar los grandes lagos interiores de agua dulce que no hayamos trazado aún, teniendo en cuenta los cauces de los ríos que hemos trazado. Estos lagos son más comunes en las zonas más cálidas, donde las precipitaciones son más comunes, aunque su presencia depende en gran medida de la orografía de la zona. En las regiones más frías son más comunes los conjuntos de multitud de pequeños lagos y ríos interconectados, como ocurren en la región de los Mil Lagos de Finlandia.

También es el momento de situar los pantanos, marjales y humedales que tanto juego nos pueden dar durante las partidas. Este tipo de terreno se da principalmente en zonas donde la circulación del agua se enlentece de forma que empape el terreno, pero sin llegar a detenerse por completo como para crear un lago. Estas zonas son más comunes en áreas de poca elevación con gran cantidad de ríos y lagos, habitualmente a lo largo de la costa.


Características especiales

Si hemos llegado hasta aquí, ya tenemos una idea bastante clara de cómo es nuestro mundo. Tenemos los climas y ríos generales, y probablemente nos hayamos hecho una idea bastante clara de cómo es cada una de las regiones que lo conforman, a grandes rasgos. Ahora es pues el momento de incluir características concretas que merezcan ser destacadas, detalles específicos de zonas determinadas. Es buena idea pensar en tipos de lugares que sería interesante explorar, o paisajes espectaculares que queramos tener de fondo de la acción de nuestras partidas.

Hay varias tipos de características que podemos tener en cuenta concretamente: oasis en desiertos, cascadas espetaculares, ríos que discurren por cañones, volcanes especialmente impresionantes, deltas en las desembocaduras de algunos ríos, islas que queramos añadir, pasos escarpados en las cadenas montañosas, o cualquier otra cosa que se nos pueda ocurrir. El caso concreto de los volcanes merece mención especial, ya que estos habitualmente se encuentran situados a lo largo de los puntos calientes que se forman en los límites entre placas tectónicas, tal y como vimos en el artículo anterior.


Sin embargo, no debemos preocuparnos tan solo por los aspectos realistas de nuestro mundo, ya que el objetivo final es crear un entorno para jugar a rol. Debemos considerar también las características más exóticas de nuestro mundo, loselementos fantásticos que necesitamos para nuestra ambientación. Este es un buen momento para revisar nuestra libreta de notas, donde escribimos las ideas de concepto en los primeros pasos de la creación del mundo. Aquí no podemos darte mucha ayuda, ya que el tipo de características dependerá mucho de las ideas que tengas, así como del tipo de ambientación que estás creando. Algunos ejemplos pueden ser el Monte del Destino de El Señor de los Anillos, los Llanos del Polvo de la Dragonlance o los pilares de roca de la carrera de vainas de La Amenaza Fantasma. Una fuente de inspiración pueden ser volcanes, cañones, cráteres, desiertos de sal o cristal, pantanos, formaciones rocosas, o cualquier otra cosa que nazca de nuestra imaginación y nos haga soñar, cualquier cosa espectacular y fantástica que nos gustaría ver.


La zona principal

Una vez tenemos una idea general del aspecto de nuestro mundo, es el momento de acercarnos a la zona que realmente deseamos desarrollar. Ya que nuestro mapa del mundo nos muestra el globo completo, le falta el nivel de detalle necesario para jugar. Es más bien un esbozo del tipo de zona que nos podemos encontrar en cada región, pero le faltan los detalles específicos para poder desarrollarlas. Es por esto que deberíamos elegir una región concreta que nos resulte interesante, el lugar donde tendrán lugar las aventuras, y detallarla. No hace falta entrar en un nivel muy grande de detalle todavía, pero sí es buena idea trazar algún mapa un poco más concreto de la región.

El primer paso obvio es copiar los rasgos más generales del mapa global, y empezar a añadir detalles. Es importante tener en cuenta, a la hora de detallar un mapa, que un tipo de terreno no se mantiene uniforme durante millas y millas, y que hay muchos detalles que no figurarán en el mapa mundial, pero que estarán allí. Un enorme desierto estará plagado de zonas rocosas, extensiones de dunas, cadenas montañosas menores que no figuraban en el mapa global, mesetas, oasis y muchos otros detalles. Una pradera tendrá zonas boscosas, un bosque tendrá claros, marjales, barrancos y lagos, etcétera. El truco es romper las grandes extensiones de monotonía con detalles interesantes que proporcionen contraste y variedad. Como siempre, una buena fuente de inspiración es el mundo real, donde podemos ver como aparecen detalles al observar mapas de menor escala. También es el momento de añadir características especiales a esta región detallada, cosas únicas que no pudieran apreciarse a escala global pero que le den un carácter único a la región.

Es posible, de todas maneras, que prefiramos esperar a tener una idea general de las civilizaciones del mundo antes de seleccionar la región principal que vamos a detallar.


Créditos

Autor: Daniel Yirkash Julivert 
Editor: Néstor Marquínez 
Imágenes:

Índice de los artículos
  • Parte 1: Introducción y geografía
  • Parte 2: Clima
  • Parte 3: Ecología


No hay comentarios:

Publicar un comentario