sábado, 27 de octubre de 2018

Módulo Los Mapas del Reino Antiguo (II)

Tras recuperar la valija con los mapas, fotos y planos, los expertos de la “Oficina de Importaciones y Exportaciones” que contrató a los investigadores se dedicarán en profundidad a su estudio y descifrado. Su enlace con la Oficina, el señor James Ward, les comunicará que en vista de los nuevos descubrimientos, el “coleccionista” que requirió sus servicios está dispuesto a hacerles una sustanciosa oferta si aceptan continuar en el proyecto. La misión esta vez será acompañar a la expedición de excavación que en breves días partirá hacia la Antártida, el punto que señalan tanto las fotos como los mapas.

El mapa es ampliable si gustas, abriendo la imagen en nueva ventana.

Si rechazan la oferta, se les pagará lo acordado y se les dejará ir en un aeropuerto cercano de su elección. En este caso la aventura puede terminar... aunque algunas personas (el Vaticano, la Hermandad del Cráneo de Hierro) pueden seguirles para pedirles cuentas. Una forma de que los investigadores quieran viajar a la Antártida “por su propia voluntad” es que el acoso sea tan grande que no les quede más remedio que pedir la ayuda de Ward y la Oficina.

Si los investigadores aceptan, el jet privado en el que van pondrá rumbo a Inglaterra, donde se les dará la opción de participar o no en los preparativos. Por Jkeats.


El texto que vas a leer fue publicado originalmente en la revista digital Nosolorol. El autor ha accedido a la publicación en este medio, haciendo además uso de su prerrogativa para revisar el texto original.

Los Preparativos para la Expedición

En los siguientes quince días se organizará la expedición a la Antártida. Las verdaderas intenciones quedarán ocultas a todo el mundo, ya que se camuflará el proyecto como uno más de los muchos viajes de investigación que se encaminan todos los años a aquel lugar del mundo. Si los investigadores han optado por no participar en los preparativos, se les dejará a su libre albedrío durante esas dos semanas, con la condición de que no salgan de Londres, no comenten con nadie su destino y no llamen la atención. Si no hacen nada tremendamente escandaloso, su estancia en la ciudad pasará inadvertida.

La opción de participar en los preparativos es más interesante. Se les explicará que la Antártida es una zona “neutral” sobre la que varios países han realizado reclamaciones territoriales, pero que en realidad no pertenece a nadie. Existen bastantes bases científicas, unas permanentes y otras que funcionan sólo como “campos de verano”, y se considera que en cada una la jurisdicción a aplicar es la del país correspondiente. El “Tratado Antártico”, firmado por 45 países, especifica que a la Antártida no se pueden desplazar tropas y tampoco se pueden realizar otras labores más allá de las científicas. Este acuerdo es más teórico que práctico, ya que en la realidad todos los países, en especial EE.UU, realizan maniobras encubiertas y prospecciones en busca de recursos naturales explotables.


En la zona de la costa, que es el destino de la expedición, abundan animales como focas, leones marinos, pingüinos y ballenas. Más hacia el interior las condiciones climáticas son tan extremas que nada sobrevive.

De cara al exterior, para cualquiera que pregunte, los investigadores estarán en la nómina de la expedición como científicos, personal de mantenimiento o de seguridad, dependiendo de su perfil. Se les permitirá llevar el equipo que deseen, incluso armas ligeras, que se justificarán como necesarias para la caza o defensa. Nadie pondrá pegas excepto que se intenten pasar armas automáticas, que levantarían sospechas. Lo aceptable son armas cortas y como mucho escopetas.

Para los trabajos de excavación se desplazarán al campamento base tractores y perforadoras. No se emplearán explosivos por el riesgo de colapso del hielo, si existen bolsas de aire, y para evitar llamar demasiado la atención. El objetivo teórico de la expedición es el estudio de las capas profundas de hielo antártico. Participarán en el proyecto unas cincuenta personas y Ward viajará como supervisor. Habrá expertos en espeleología, operadores de maquinaria, arqueólogos, lingüistas, criptógrafos... . Estos últimos en previsión de encontrar grabados o documentos escritos que puedan aclarar quiénes construyeron una ciudad en uno de los lugares más remotos de la Tierra, y con qué fin.


El Viaje a la Antártida

El destino de la expedición es la zona bautizada como Neuschwabenland por la expedición alemana de 1939, que cartografió y fotografió grandes áreas del territorio antártico. Es probable que fuesen las fotografías aéreas de esta expedición las que abrieron el camino a la misión de la Luftwaffe que localizó las ruinas. No hay constancia de que ninguna expedición terrestre llegase hasta ese punto a investigar. Tras la II Guerra Mundial la zona retomó su nombre original de “Tierra de la Reina Maud”, y ha sido reclamada tradicionalmente por Noruega. Aun así, varias cordilleras se conocen todavía por nombres alemanes.

Se perforará inicialmente en el glaciar que se extiende por la costa, aunque es posible que haya que realizar varios intentos para localizar el lugar exacto. Los expertos que han estado trabajando en las fotos y los mapas explicarán a los investigadores que no hay seguridad de que los datos alemanes sean correctos, e incluso puede que el desplazamiento natural del hielo haya cambiado totalmente el entorno, sepultando los restos o, si hay suerte, haciéndolos más accesibles, aunque es más improbable.

El campamento se establecerá cerca de una base permanente sudafricana. No se esperan interferencias, pero en el caso de que alguien se acercase a preguntar, Ward daría la cara. De los investigadores se espera que apoyen al equipo de perforación, y cuando sea necesario ayuden en la exploración de lo que se encuentre. Si es que se encuentra algo. Las fotos más cercanas del lugar parecen indicar que existe una cámara de aire en las ruinas, y el mayor éxito sería encontrar algún edificio en buen estado de conservación dentro de grutas glaciares.

Los investigadores viajarán en jet privado y harán una escala rápida en Sudáfrica. Desde allí volaran directamente al lugar donde se levantará el campamento base, en un avión preparado para aterrizar en el hielo. Les acompañarán todos los técnicos y operarios. Si preguntan, les dirán que un Antonov fletado por una empresa rusa se encargará del transporte de maquinaria pesada.


El Vuelo

No habrá incidencias en el trayecto, excepto cuando sobrevuelen el territorio antártico. En ese momento, un investigador cualquiera se fijará en un punto negro que resalta sobre el blanco de la nieve. Pueden observarlo con prismáticos, pero el avión se mueve deprisa y el tiempo para hacerlo es limitado. Dependiendo de cómo sea de exitosa su tirada de Percepción, distinguirán más o menos detalles: divisarán a un hombre envuelto en lo que parece ser un largo abrigo negro de corte militar, nada apropiado para el clima polar. Parece que va a cara descubierta, y lo más sorprendente es que dirige la mirada hacia ellos. Aquel que sujete los prismáticos al ver esto tendrá la sensación de que sus ojos se clavan directamente en él. Puede ser alguien que simplemente observa pasar el avión, pero alguno de los investigadores puede darse cuenta de que camina, aparentemente, en la misma dirección en la que van ellos.

No lo saben, pero acaban de ver por primera vez al fantasma de Alexander Koenig. Siguiendo las últimas órdenes que recuerda, y guiado por su férreo sentido del deber, intenta recuperar la valija que le fue encomendada a toda costa. Si los investigadores conservan la Daga Ritual de las SS, y la observan en el momento del avistamiento, notarán una ligera vibración. Si por el contrario optaron por venderla, deshacerse de ella o no llevarla en el viaje por algún motivo, ahora estará en poder de Koenig. El espíritu les sigue de cerca, guiado instintivamente a la posición de la valija. No es consciente de su muerte, por lo que no utiliza ninguna de las capacidades típicas de un no-muerto. La única excepción es que cuando se detiene “para dormir” se desmaterializa y al despertar aparece a miles de kilómetros, lo que le sirve para sobrepasar obstáculos que de otra forma serían insalvables.


Alexander Koenig (Espíritu): Koenig ha vuelto a la Realidad invocado por la Daga Ritual. Todavía no es consciente de su muerte, pero poco a poco va tomando conciencia de sus capacidades sobrenaturales. Físicamente no ha cambiado nada, y conserva la ropa que llevaba puesta en el momento de su muerte, una gabardina de cuero negra de las SS bajo la que puede verse un uniforme alemán con varios agujeros de bala.

Como cualquier otro espíritu, no puede ser herido por armas normales, aunque mientras no esté convencido de estar muerto reaccionará al daño como si fuese real. La única diferencia es que dejarle a 0 Puntos de Vida sólo conseguirá que huya o se desvanezca en el aire, para volver a aparecer más lejos. Atacarle con conjuros o armas mágicas como la Daga Ritual pueden provocarle daño permanente que le envíe de vuelta al Plano Espiritual.

Koenig atacará cuerpo a cuerpo o abriendo fuego con su vieja Luger. No causa daño normal, sino un “toque helado” que primero paraliza a sus víctimas y luego las congela hasta desintegrarlas. Lo usa inconscientemente.

FUE:16 CON:NA COO:18 RAP:15 INT:15 PERC:17 (85%) PERS:12 ASP:14
Puntos de Vida:150 Shock: Inmune

Artes Marciales:60% Armas Tipo Cuchillo:70% Esquivar:60% Armas de Fuego Cortas:75% Armas de Fuego Automáticas:75% Atletismo:70% Sigilo:60%

Armas: Luger, Presa. Sus ataques causan un Toque Helado que inutiliza el miembro impactado. Si es la cabeza se considera inconsciencia automática. Un personaje muerto de esta forma no puede ser revivido.

Los investigadores llegarán sin problemas a su punto de destino. El avión aterrizará suavemente y podrán comenzar a descargar su equipaje. Hace frío pero es tolerable. A lo lejos puede divisarse la línea de la costa. Mientras se encuentran atareados descargando sus cosas, escucharán un fuerte zumbido, y a lo lejos en el cielo se comenzará a divisar la inmensa forma del avión de transporte Antonov. En sus costados pueden verse insignias del ejército ruso. Por su velocidad y rumbo, parece claro que no tiene intención de intentar aterrizar. Pasará a bastante distancia de ellos, abrirá la rampa de carga y lanzará en paracaídas tanto la maquinaria como el resto del equipo. Todos los bultos llegarán sin problemas al suelo, con precisión militar, y al momento los técnicos saldrán en su busca. Al cabo de un rato ya habrá motos de nieve y tractores rugiendo sobre el hielo.

Como se prevé una estancia corta, todo en el campamento será prefabricado. Hay contenedores con literas, otros funcionarán como almacén, comedor, puesto de mando... . Mientras todo se acondiciona Ward les da el día libre, aunque poco puede hacerse en un desierto helado. Si investigan y hacen preguntas, pueden enterarse de cómo se va a organizar la búsqueda, que en teoría comenzará mañana a primera hora. Aunque no han sido invitados oficialmente, serán bien recibidos.


La Búsqueda

Al día siguiente diez motos de nieve partirán a peinar el terreno, en busca de alguna señal que indique dónde empezar a excavar. Todos llevan varios tipos de detectores, por ultrasonidos, de densidad, de metales... y los utilizarán en la cuadrícula asignada por los cartógrafos, en base a lo descifrado de los datos de la valija. En cada moto pueden viajar dos personas, y los investigadores serán invitados a acompañar a los expedicionarios. Cada moto parte en una dirección, no demasiado alejadas unas de otras, aunque no se ven entre sí. Van comunicadas por radio en todo momento, por lo que pueda pasar. Aunque el terreno parece sólido, una grieta podría abrirse bajo ellos por sorpresa.

Si los investigadores deciden quedarse en el campamento, al cabo de un par de horas recibirán noticias de una de las motos, que ha recibido una señal fuerte en los detectores de metal.

En cambio, si los personajes acompañan a las motos, una de ellas aleatoriamente comenzará a recibir un “blip” en los instrumentos. Inmediatamente se detendrán a investigar. El técnico se sorprenderá de recibir una señal tan pronto y tan fácilmente. Sacará el resto de aparatos, clavará varios en el suelo, y se dedicará a tomar datos para averiguar qué han encontrado. El investigador que viaje con él puede echar un vistazo a la zona, y no verá nada extraño, al menos aparentemente. Si explora los alrededores o estudia la capa de hielo, descubrirá que tiene una tonalidad más oscura que el resto. De todas formas el entorno no se parece en nada a lo que se ve en las fotos de la valija. Una observación atenta, o realizada desde cierta distancia revelará que el tono oscuro de la superficie es en realidad la sombra alargada, de más de 70 metros de largo, de algo enterrado en el hielo. En ese momento el técnico informará al investigador de que el detector de metales parece haberse vuelto loco... 


Enterrado en el Hielo

En pocos momentos se reunirán en la zona todos los técnicos, que discutirán animadamente sobre lo que puede esconderse a sus pies. Ward llegará algo más tarde, con los tractores y perforadoras. Está claro que no han encontrado lo que buscan, pero aun así el hallazgo es importante, si está relacionado con las ruinas. Sin esperar más, las máquinas se pondrán a trabajar, lanzando chorros de hielo pulverizado en todas direcciones. Primero se abrirá un agujero del tamaño de un puño hasta la superficie del objeto, y luego ampliará hasta que permita pasar a una persona.

Los técnicos calculan que el objeto se encuentra a unos 15 o 20 metros, y es raro que no se haya avistado antes. Varios opinan que probablemente el calentamiento global ha desplazado las capas inferiores, dejándolo a la vista recientemente.

Al cabo de unas horas se llega al objeto, y una microcámara muestra una superficie de lo que parece ser acero con remaches, inequívocamente trabajo humano. Los investigadores verán a Ward dar un suspiro de alivio. El pozo continúa ampliándose, y a primeras horas de la noche, ya permite el paso de un hombre. La cámara muestra una forma ligeramente curvada, pero poco reconocible. Uno de los operarios se sujeta con arneses y desciende hasta el fondo. En un principio no reconoce el tipo de estructura, comunica por radio que le recuerda al casco de un barco. Observando con más detenimiento, localiza a través de la pared de hielo lo que parece ser el comienzo del timón, y comunica a los demás que el objeto misterioso es... un submarino.

Las primeras reacciones son de cierta sorpresa, aunque alguno de los investigadores con conocimientos de historia puede recordar que se sospechó de la presencia de U-BOATs alemanes en la zona en la II Guerra Mundial. Puede que el que se encuentra a sus pies sea uno de ellos, lo que tendría sentido como avanzadilla de una posible unidad de exploración.

Con esta nueva información, Ward decide cambiar el lugar de perforación. Al día siguiente se excavará hasta la portilla de acceso al submarino, por si pudiese contener documentos u objetos interesantes. Argumenta que la nave podía tanto ir hacia las ruinas como volver de ellas, y en ese caso no se puede perder la oportunidad de recabar toda la información posible. Como ya es tarde y el tiempo no parece aconsejar quedarse trabajando, se acordonará la zona y un par de hombres se quedarán vigilando. Si los investigadores (todos o sólo algunos) se prestan voluntarios para montar guardia allí, un tractor trasladará un módulo prefabricado con literas desde la base, lo situará junto al lugar de excavación y todos se retirarán.


Noche Antártica

En el campamento, Ward recomienda a los investigadores que se retiren a su alojamiento. Cuentan con un contenedor prefabricado con literas, que aunque no da las mejores comodidades del mundo, tiene calefacción eléctrica y es acogedor. Los técnicos duermen en el otro extremo del campamento, así que no deben compartir la estancia con nadie. Si alguien quiere echar una ojeada por los alrededores, descubrirá que el viento helado hace bastante incómodo quedarse en el exterior. No hay riesgo de perderse, a no ser que se alejen mucho del campamento. Se han clavado postes con focos para iluminar a los mecánicos que trabajan en los tractores, y aunque ahora no parece que haya nadie se han dejado encendidos por seguridad.

En el campamento base pueden comunicarse con el puesto de vigilancia por las radios portátiles. En principio todo parecerá normal, hasta que de madrugada, una llamada despertará a los investigadores. Sólo durará unos segundos, se oirán entrecortadas las palabras “Ayuda... el hielo...” con el sonido de la ventisca de fondo, y se cortará. Nadie en el campamento parece haberlo escuchado, y los investigadores pueden elegir si avisar al resto o dirigirse ellos solos al lugar de excavación, en motos de nieve. Tanto si avisan como si no, tardarán cinco minutos.


La Vigilancia (sólo si algún investigador se quedó en la zona)

Junto al lugar de excavación también sopla un fuerte viento, y es imposible hacer una guardia en el exterior. Los vigilantes propondrán hacer rondas en turnos rotativos de dos horas, que consistirán simplemente recorrer la zona de perforación de un extremo a otro, inspeccionando la maquinaria, y regresar. Si a los investigadores les parece bien, se sortea el orden y se empieza. Por precaución Ward ha recomendado que se lleve una escopeta en la vigilancia, aunque nadie sabe qué amenazas puede esperar en un lugar tan desolado.

Las primeras guardias transcurrirán con tranquilidad, se tarda diez minutos en hacer la inspección, se han plantado postes con focos y todo queda bastante a la vista. Las ráfagas de viento son frías y cortantes, y agitan las lonas que cubren las máquinas, pudiendo dar más de un susto a los que vigilan. Cuando ya lleven varias horas así, en una de las guardias uno de los vigilantes tardará en volver. Un investigador con una buena tirada de Percepción puede escuchar un eco lejano, pero no sabrá si es el aullido del viento... o alguien que grita. El otro vigilante saldrá a la carrera a buscar a su compañero, seguido o no de los investigadores. Si le siguen, les lleva algo de ventaja y le perderán de vista un momento en la oscuridad. Luego escucharán varios disparos de arma ligera y un grito. Llegarán a tiempo para ver una escena terrible.

Una figura vestida de negro, que pueden reconocer como la que vieron desde el avión al llegar, sujeta por el cuello a uno de los vigilantes, mientras dispara al otro con una pistola. De las heridas no mana sangre, donde deberían estar los impactos comienza a extenderse hielo azul. Los dos vigilantes caen al suelo congelados en un instante. El atacante va a cara descubierta, y alguno de los investigadores puede reconocerle por las fotos vistas en la casa de su hermano en Alemania: se trata de Alexander Koenig. A la luz de los focos pueden ver los emblemas del ejército alemán y la insignia de las SS en el cuello del abrigo, que también conserva marcas de antiguos balazos, puede que los que le mataron.
Si deciden combatir con Koenig, cuentan con una ventaja: todavía no ha asumido su condición de espíritu, y reaccionará ante el daño como si fuese real. Aunque no le maten, reducirle a 0 Puntos de Vida hará que se desvanezca como arrastrado por el viento. Si los personajes cuentan con la Daga Ritual, también podrá herirle, y ese daño sí que será real para él, haciéndole retirarse tras el primer impacto. Koenig luchará de forma bastante conservadora, cubriéndose con la maquinaria y disparando con su Luger a cualquiera que quede al descubierto. Los efectos congeladores de sus ataques, que ya han visto en acción, debería hacer cuidadosos a los investigadores.

De todas formas Koenig se conformará con incapacitar a uno o dos de ellos, ya que su objetivo es el submarino. En cuanto tenga una oportunidad se dirigirá hacia él y saltará al pozo perforado. En cuanto toque la superficie del metal, desaparecerá. Es posible forzarle a huir antes de tiempo si los investigadores intuyen sus intenciones y derrumban u obstruyen el pozo.

En el caso de que los investigadores no quieran enfrentarse al espíritu y prefieran huir para pedir ayuda, Koenig efectuará varios disparos a larga distancia, con pocas probabilidades de éxito, y desaparecerá en el pozo de perforación, sin perseguirles.


Tras el Ataque

Si por el contrario ningún investigador se quedó de guardia con los vigilantes, lo que encontrarán al llegar al lugar serán sus cuerpos congelados y nada más. Habrá pisadas de botas militares que se dirigen al pozo de excavación y parece que entran en él, pero no salen, y no hay nadie escondido dentro. Si alguien sigue el rastro para saber de dónde venían las huellas, verá que se corta bruscamente en el exterior de las excavaciones

Cuando alguien mueva los cadáveres para introducirlos en bolsas, se partirán como si fuesen muñecos de nieve. Por mucho cuidado que se tenga, en cuanto dejen de estar en el exterior comenzarán a fundirse, quedando de ellos sólo los objetos metálicos que llevasen encima, como relojes, anillos o dientes de oro.


Explorando el Submarino

Lo ocurrido por la noche dará a Ward más razones para apresurarse en el trabajo. La perforación comenzará inmediatamente y en unas cuantas horas se llegará a la portilla del submarino. Viendo sus medidas y la forma de la parte superior de la nave, un investigador con conocimientos en Historia podría deducir que se trata de un U-Boat modelo IXC. Su longitud aproximada son unos 75 metros, y lo tripulaban entre 50 y 60 hombres. La parte más peligrosa es que almacenaba 22 torpedos, para abastecer a sus 4 tubos. Si siguen allí, podría suponer un grave riesgo.

Ward propondrá a los investigadores que sean ellos los que desciendan al interior del submarino y lo inspeccionen. Su intención es mandar al interior un total de 6 personas, como mínimo, entre investigadores y gente de su propio equipo, en cualquier combinación. No obligará a nadie a bajar.

El acceso excavado al submarino no es mucho más cómodo que el anterior, un simple pozo vertical, que permite a duras penas pasar a un hombre, maniobrar y abrir la portilla. Hay focos alumbrando el interior, y todos esperan expectantes la apertura. Como equipamiento para la inspección, los investigadores llevarán cascos mineros con linterna, cuerdas y picos por si el hielo se ha filtrado por el casco de la nave en algún punto y hay que abrirse camino. Como protección se espera que cada uno lleve sus armas personales. Los hombres de Ward bajarán con escopetas.

El primero en descender se encontrará con que el interior parece bastante más frío que el exterior, es el aire tiene olor a rancio pero es respirable. De vez en cuando se escucha un crujido en el casco, como si el hielo presionase desde el exterior, haciendo estremecer la estructura. El submarino está ligeramente inclinado hacia delante, y la luz de las linternas mostrará la sala de control, cubierta de diales y medidores. En esta sala encontrarán una mesa con una serie de mapas, mostrando zonas de la Antártida con anotaciones en alemán, y la ruta seguida por el submarino desde Alemania. Los investigadores tienen dos opciones, ascender o descender por el pasillo.

Si descienden, accederán a la sección de los oficiales, donde se alinean varios camastros, y a la habitación del capitán, la única con cama individual. Hay varios armarios y una mesita con un mapa. Muy cerca se encuentra el compartimento de la radio, donde todavía puede verse una máquina Enigma naval en perfecto estado de conservación. Aquí es donde los investigadores pueden encontrar más documentación. En los armarios del capitán encontrarán cartas de navegación, cuadernos de notas, transmisiones de radio... si alguien sabe alemán puede diferenciar lo interesante de lo que no lo es. Si no, la mejor opción es llevárselo todo para estudiarlo luego.

La máquina Enigma, si alguien quiere llevársela, pesa aproximadamente 12 kg. Al margen de la documentación también pueden encontrar una Luger perteneciente a un oficial. Lo más importante que encontrarán es una pequeña pieza de maquinaria esférica, con engranajes y varias agujas que se mueven cuando el objeto es cambiado de posición, pero que siempre parecen apuntar en la misma dirección: es la Giro-Brújula.

La Giro-Brújula: Se trata de un objeto esférico de metal dorado, que recuerda a un antiguo reloj. En su interior se mueven diminutos engranajes, y su superficie está formada por placas con extraños símbolos, algunos de los cuales recuerdan a mapas y otros a cúmulos de estrellas o constelaciones. Sobre las placas se mueven varias agujas, unas apuntando hacia el interior y otras hacia el exterior, en diferentes ángulos.

Lo más sorprendente es que el objeto parece seguir funcionando perfectamente a pesar del paso del tiempo. Reacciona ante los cambios de posición, haciendo que las agujas se reorienten. Una de ellas en concreto se mantiene paralela a la superficie terrestre, indicando siempre la dirección en la que se encuentran las ruinas del Reino Antiguo.

Siguiendo por el pasillo hacia abajo, encontrarán la cocina, un cuarto diminuto donde todavía podrán encontrar cajas de comida enmohecida y latas con sellos de hace decenas de años. Caminando un poco más llegarán a los compartimentos de los suboficiales, con 12 literas alineadas en los laterales. El paso es tan estrecho que en esta sección sólo es posible moverse en fila de a uno. Los camastros tienen todavía los objetos personales de varios soldados sobre ellos, hay ropa y fotos pegadas en las paredes. En el extremo más alejado hay una portilla redonda cerrada.

Si abren la portilla tendrán ante sí una escena terrible. Uno de los laterales del compartimento ha sido desgarrado por una fuerza brutal, y falta toda una sección de camastros de los marineros. Al fondo se distinguen los tubos lanzatorpedos, vacíos. Todo se inundó de agua, ahora congelada, y en ella se distinguen los cadáveres de media docena de marineros, que todavía conservan expresiones de pánico y terror en sus rostros. Los investigadores pueden descubrir que todos dirigen su mirada a la zona de la grieta. También pueden darse cuenta de que es imposible que la congelación ocurriese de forma tan rápida como para dejarles instantáneamente empotrados en el hielo... ¿o no? Esta es la última sección de la proa del U-Boat.

Si ascienden, yendo hacia la popa, atravesarán primero la zona de los motores diesel, por la que tendrán que pasar de uno en uno, y luego la de los motores eléctricos, para llegar finalmente a la sala de torpedos trasera, que cumple también la función de dormitorio de los marineros y almacén de suministros. Aquí todo está desierto, y sólo llama la atención que hay algo de hielo acumulado, pero no parece haberse filtrado por ninguna parte.

En el momento en el que los investigadores se encuentren en la parte más alejada de la entrada, ya sea en el extremo superior o en el inferior del submarino, escucharán el eco de gritos y disparos que vienen de la portilla. Si vuelven corriendo, alcanzarán a escuchar ruido de maquinaria y verán caer grandes trozos de hielo. Alguien está usando las excavadoras para bloquear el pozo. Para cuando lleguen a la escalera de acceso, el hielo ya habrá taponado la salida, y cualquier intento de excavar será inútil.

En el caso de que alguno de los investigadores hubiese preferido quedarse fuera y no entrar en el submarino, lo que verá es lo siguiente: mientras todos se encuentran atentos a lo que ocurre en el interior, un grupo de hombres vestidos con camuflaje para el ártico y con armas automáticas les rodeará. Es muy difícil darse cuenta de la emboscada, ya actúan de forma muy profesional. A punta de fusil reducirán a todos los presentes, y se harán con el control de las máquinas excavadoras. Bloquearán el pozo con el hielo extraído anteriormente y conducirán a todos de vuelta al campamento base, que también ha sido tomado.

Las opciones del investigador o investigadores que se hayan quedado fuera son reducidas. Si se da cuenta de la emboscada, puede intentar escabullirse. Dar la voz de alarma sólo provocará un tiroteo, y los técnicos, pobremente armados, no tienen oportunidad de ganar. Otra opción es intentar huir en el camino al campamento base, pero eso es bastante más difícil que escabullirse de la emboscada. Si vuelve a la excavación puede intentar operar la perforadora, una tarea muy difícil sin entrenamiento, o simplemente coger una pala e intentar retirar el hielo del pozo.

A su llegada al campamento descubrirán que sus captores son hombres del Eisenschädel, la Hermandad del Cráneo de Hierro, y quien les espera es nada más y nada menos que su líder, Otto Würdemann.


Atrapados en el Submarino

Excavar para salir del submarino parece una tarea imposible, teniendo en cuenta que 15 metros les separan de la superficie. Antes de que tengan tiempo de decidir qué hacer oirán un extraño sonido, como el que emite una ballena, y notarán vibración en el casco. Las luces de sus linternas se apagarán, y pasarán unos segundos a oscuras. En un momento se encenderán las del propio submarino, y mostrarán una escena totalmente diferente, el metal no estará oxidado y el aire tendrá un olor más fresco. Escucharán voces en alemán, carreras, pasos, y dependiendo de dónde estén, una escena u otra: en los camarotes de los marineros, habrá heridos tumbados en los camastros y otros sentados, hablando en alemán entre ellos mientras miran con miedo las paredes. En los motores, comenzará una vibración, y verán a los mecánicos manejándolos sin descanso; en la zona de mando, el radiotelegrafista estará en su sitio, al igual que todos los marineros y oficiales, junto con un hombre barbudo que pueden identificar como el capitán.

Nadie advertirá su presencia, y si intentan interponerse o se cruzan con alguien, serán atravesados ¡como si ellos fuesen los fantasmas! Alguien que entienda alemán puede comprender que están siendo atacados pero no se sabe muy bien por qué. La nave se zarandea pero no parece que sea a causa de ninguna carga de profundidad. De repente, un golpe más violento lanza a todos al suelo y un frío intenso invade la nave, que se inmoviliza rápidamente.

Si los investigadores tienen la intuición de ir antes a la zona de los tubos lanzatorpedos, o ya se encuentran allí, serán testigos de cómo un impacto secciona gran parte del lateral, y el agua inunda el compartimento. A los pocos segundos un intenso frío congelará el agua, atrapando a varios desdichados marineros. Al otro lado de la pared de hielo podrán ver cómo se aleja nadando una criatura gigantesca, de ojos bulbosos y cuerpo hinchado, del que cuelgan racimos de tentáculos, como una extraña medusa de otro mundo. Cualquiera que llegue momentos después del impacto, sólo podrá ver unos pocos detalles del monstruo que se aleja en dirección a la costa (el Director de Juego debería resaltar este dato).

Pasado ese momento, las luces se apagarán de nuevo y volverán a encenderse parpadeando las de los investigadores. Siguen teniendo las mismas opciones para escapar del submarino, aunque alguno podría intuir que es posible que cerca de la proa haya un acceso a una bolsa de agua en el hielo. Cualquiera con nociones de supervivencia sabrá que si caen al agua helada tendrán pocas probabilidades de salir con vida. También pueden preguntarse cómo escaparon de la nave los tripulantes que quedaron con vida en el momento en el que quedó encallada. Una inspección a fondo les desvelará el misterio: excavaron un túnel partiendo de los tubos lanzatorpedos posteriores, la zona más cercana a la superficie. De ahí los restos de hielo en la popa. Con el paso del tiempo el túnel ha quedado parcialmente obstruido, pero con un poco de trabajo podrán abrirse paso a rastras.

Mientras intentan salir del submarino, pueden escuchar, primero crujidos, y más tarde un sonido rítmico, como de pasos muy lentos y pesados. Si alguien investiga, descubrirá que los cuerpos de los marineros congelados ya no están en la proa... y les están buscando.

Pueden continuar excavando para intentar escapar o pueden organizarse para cazar a esos “zombis de hielo” antes de que sean ellos los que les sorprendan. Pueden encontrarse con uno o varios en las siguientes localizaciones: la sala de los motores eléctricos, la sala de los motores diesel, la sala de control superior o inferior, la habitación de oficiales, la habitación del capitán, la sala de radio, la cocina y la habitación de los suboficiales. No hay muchos sitios para esconderse, pero los zombis conocen mejor el lugar, y en la oscuridad les es fácil desplazarse de un lugar a otros sin ser vistos. También hay que tener en cuenta que en varios puntos el suelo es falso y bajo él se encuentran las baterías, lo que da nuevas posibilidades para escabullirse.

En total hay seis zombis y nunca atacarán más de dos a la vez. Elegirán sitios donde sólo puedan contraatacarles de uno en uno, y siempre en cuerpo a cuerpo. Si se intenta peinar la zona de un extremo a otro, habrá varios enfrentamientos, pero puede que no se encuentre a todos los zombis, que aprovecharán cualquier despiste para colocarse a su espalda y atacar más tarde. Si se deja alguno atrás y se intenta escapar del submarino por el túnel de popa, el último que salga se encontrará perseguido de cerca por un zombi, lo que no es nada agradable cuando uno se desplaza a rastras por un hueco de medio metro de alto.


Zombis de Hielo: Los desdichados marineros alemanes que perecieron en el hundimiento fueron despertados por la presencia de Alexander Koenig, y ahora intentarán acabar con cualquiera que entre en el submarino. Después de tantos años en el hielo su cuerpo ha adquirido una rigidez y una dureza extremas. Esto da una ventaja y una desventaja a los investigadores: los zombis son muy lentos, pero aguantan bien el daño físico. Su única vulnerabilidad, como es lógico, es el fuego, del que recibirán doble daño, sin blindaje. Atacarán cuerpo a cuerpo y tratarán en todo momento de usar su conocimiento del submarino para tender emboscadas. También aprovecharán su resistencia al daño para aparentar caer bajo las balas y luego volver a atacar cuando alguien se acerque.

FUE:16 CON:NA COO:12 RAP:INT:12 PERC:15 (75%) PERS:NA ASP:5
Puntos de Vida:120 Shock: Inmunes

Cuerpo a Cuerpo:60% Esquivar:30% Sigilo:85%
Blindaje: 40, Armas: Puñetazo, Presa


En el Exterior

Los investigadores saldrán varios metros más allá de la zona de perforación. Si investigan podrán averiguar, por las huellas y los rastros, cuántos eran los atacantes y dónde se llevaron a sus compañeros. Después de lo que han visto en el interior del submarino, ya deberían sospechar que las ruinas se encuentran más en dirección a la costa que su posición actual. La Giro-Brújula les ayudará a localizarlas. En este momento deben elegir entre intentar encontrarlas y explorarlas por su cuenta (sería posible si alguien supiese manejar una perforadora), o intentar rescatar a Ward y los demás. Si tardan más de la cuenta en decidir, pueden descubrir que el Cráneo de Hierro se les ha adelantado, desplazando la maquinaria del campamento base hacia la costa.


Tomando el Campamento Base

Si optan por intentar rescatar a sus compañeros, los investigadores deberán acercarse sin hacer ruido al campamento base. Hay guardias patrullando el perímetro, y el sonido del motor de las motos de nieve les alertaría. Por lógica, el asalto debería realizarse por la noche. De día es casi imposible, no hay cobertura y cualquiera que se acerque a pie es divisado a larga distancia. Tomando precauciones pueden observar el campamento con prismáticos. Verán 4 guardias patrullando en todo momento, y cada cuatro horas hay un cambio de turno, pero sólo de dos, y cada uno de una zona opuesta, para que nunca haya un sector menos controlado que otro. Aparte de esos, en el interior pueden contar mínimo otros 8 (en realidad en total hay unos 15 contando mercenarios, ayudantes, y al propio Otto Würdemann) , que se ocupan de vigilar a los técnicos y operarios que tienen prisioneros en sus barracones. En un extremo del campamento se pueden ver dos hovercrafts blindados de transporte de tropas. Gracias a ellos llegaron los hombres del Cráneo de Hierro al campamento, y es de suponer que cerca tendrán establecida su base principal, o un barco de abastecimiento.

Hay varias opciones para los investigadores, pero en general se resumen en dos tipos, el ataque frontal o el ataque silencioso. El segundo caso tiene más probabilidades de éxito, sobre todo si consiguen liberar a los prisioneros para que les ayuden. Para lograr el mismo objetivo se pueden usar maniobras de distracción para hacer que los guardias abandonen su puesto. Eso es útil sobre todo si se quiere evitar el enfrentamiento directo, una buena idea si se tiene en cuenta que los mercenarios cuentan con armas automáticas y ellos no.

En cualquier caso, si hay un enfrentamiento, los hombres del Cráneo de Hierro contestarán con firmeza, pero se retirarán si se ven superados o cuando sufran las primeras bajas. Se alejarán a gran velocidad en los hovercrafts, llevándose todos los documentos referentes a las excavaciones, incluida la valija, y a James Ward como prisionero. En este punto serán los investigadores los que deban hacerse cargo de la expedición... 


Mercenarios de La Hermandad del Cráneo de Hierro: Contratados por la Hermandad para actuar como fuerza de choque, algunos han acabado con el tiempo por seguir los ideales nazis de la organización. La mayoría son exmilitares licenciados o expulsados de sus ejércitos de origen. Están bien entrenados y equipados. Van vestidos con camuflaje invernal, y se organizan como un pelotón. Hay 12 hombres, de los cuales uno ejerce de cabo, otro de sargento, y finalmente uno de teniente. Todos llevan armas automáticas ligeras.

FUE:16 CON:15 COO:15 RAP:17 INT:12 PERC:14 (70%) PERS:12 ASP:11
Puntos de Vida:75 Shock:75%

Artes Marciales:70% Armas Tipo Cuchillo:60% Esquivar:55% Armas de Fuego Cortas:70% Armas de Fuego Automáticas: 75% Atletismo:65% Sigilo:60% Supervivencia:50%

Blindaje: Antibalas Ligero (25)
Armas: H&K MP5, Glock 17, Cuchillo.


Otto Wündermann, Líder de la Hermandad: Es un hombre anciano, alto, delgado, de pelo canoso, bigote y gafas redondas. La piel se estira sobre los huesos de su cara como una máscara de goma sobre una calavera. Normalmente es muy inexpresivo, pero sonríe cruelmente cuando presencia sufrir a alguien (por ejemplo, a James Ward, al que torturará para obtener información o simplemente por placer).

Wündermann es descendiente de un héroe de guerra nazi y añora los tiempos en los que su padre era aclamado y todo el mundo se rendía ante Alemania. Sabe que la fuerza militar no es la respuesta, y por eso fundó la Eisenschädel, con el fin de volver a encontrar el poder místico que llevó a Hitler a la victoria.

Los investigadores tienen pocas probabilidades de encontrarse con él, ya que a la menor señal de amenaza, escapará con sus lugartenientes en los hovercraft, llevándose a Ward. Si por alguna razón es acorralado en uno de los barracones o los investigadores bloquean su salida, usará la magia para invocar un Círculo de Transporte a través del que huir. En la costa les espera un barco que les sirve de base principal. Desde allí organizará la expedición a lugar donde supone se encuentran las ruinas.


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